Perros protegen a los pingüinos de los zorros

Perros protegen a los pingüinos de los zorros

EN WARRNAMBOOL, MIDDLE ISLAND. El entrenador de perros Phillip Root junto a los ovejeros Maremma Eudy y Tula, que cuidan los pingüinos. Foto de David Maurice Smitf / The New York Times. EN WARRNAMBOOL, MIDDLE ISLAND. El entrenador de perros Phillip Root junto a los ovejeros Maremma Eudy y Tula, que cuidan los pingüinos. Foto de David Maurice Smitf / The New York Times.
21 Noviembre 2015
Austin Ramzy / The New York Times

“Masacrados” decía el titular a ocho columnas en el periódico local; una sola palabra, como si describiera un acto de guerra. Debajo estaba una foto de pingüinos y otras aves muertos, las víctimas más recientes en la larga historia de Australia de especies importadas que diezman su vida silvestre nativa.

Los zorros mataron 180 pingüinos en ese episodio ocurrido en octubre de 2004. Pero el recuento en Middle Island, frente al estado de Victoria, en el sur de Australia, siguió aumentando. Para 2005, la población de pingüinos de la pequeña isla, que alguna vez alcanzó los 800, había bajado a 10.

Hoy las cifras llegan de nuevo a los tres dígitos. Gran parte del mérito se atribuye a un criador de gallinas local conocido como Swampy Marsh y a sus perros ovejeros de firme voluntad.

“Las autoridades no me escucharon hasta que no quedaron más que seis pingüinos”, recuerda Marsh, cuyo nombre de pila que hace mucho tiempo no usa es Allan. “Estaban desesperadas”, agrega.

La sencilla solución del granjero -desplegar un tipo particularmente territorial de perro ovejero para ahuyentar a los zorros- se volvió una leyenda local y, en septiembre, en el tema de una película australiana, “Oddball”, que relata de manera ficticia la historia y convirtió en un héroe encantador a uno de los perros. La estrategia ahora está siendo probada en diferentes localidades de Victoria con la esperanza de proteger otras especies indígenas de los depredadores no nativos.

Depredadores foráneos 

Docenas de especies mamíferas australianas se han extinguido desde que empezaron a llegar los colonos europeos a fines del siglo XVIII, trayendo consigo gatos, zorros y otros depredadores nuevos para el ecosistema.

El gobierno acaba de lanzar un plan que causó gran revuelo. Anunció que sacrificará millones de gatos callejeros porque toman como presa a más de 100 especies nativas que pueden quedar en peligro de extinción si la situación se mantiene. El anuncio dividió las aguas: por un lado los que defienden las especies autóctonas, y por otro, los activistas que luchan por los derechos de los animales en general.

Los pingüinitos, la especie de pingüinos más pequeña, alguna vez fueron comunes a lo largo de la costa sureña de Australia. Pero los zorros rojos -importados para la cacería deportiva en el siglo XIX- se dieron cuenta de las diminutas aves incapaces de volar eran una presa fácil. Lo mismo valió para perros y gatos. Las colonias de pingüinos en el continente empezaron a desaparecer, y por eso ahora la mayoría se encuentra en las islas.

Middle Island, ubicada cerca de la ciudad de Warrnambool, albergó una ensordecedora población de aves hasta fines de los años 90 y principios de la década de 2000, cuando los patrones de las mareas y la creciente sedimentación empezaron a hacer que la pequeña isla deshabitada fuera accesible desde la costa. Los zorros encontraron el camino hacia ahí, y las aves ofrecieron poca resistencia.

Ladridos en la noche

Marsh, que vive en Warrnambool, dice que supo cómo revertir la tendencia tan pronto como se enteró. Criador de gallinas que vagan libremente por la granja, había pasado muchas largas noches rifle en mano tratando de mantener alejados a los zorros de sus chooks, como los australianos llaman a las gallinas. Fue en medio de una de esas noches que se le ocurrió una solución mejor.

“Eran las tres de la mañana, y los vecinos tenían un condenado perro, se lo escuchaba ladrar. Estuve un poco lento, ya que me tomó varias noches darme cuenta de que le estaba ladrando a lo mismo a lo que yo trataba de dispararle”, cuenta.

Así, decidió adquirir su propio cachorro de perro ovejero Maremma. Se llaman así porque son originarios de la zona del noroeste de Roma del mismo nombre. El Maremma fue criado para proteger y vivir entre ganado. Desarrollan una aguda sensación territorial y vigilan que no entren intrusos, aunque son amigables con las personas y con los animales conocidos.

El primer Maremma de la granja, Ben, rápidamente se hizo cargo de su nueva tarea, y ahuyentó a uno de los intrusos de la granja. Lo hizo llegar hasta el camino. “Me apabulló”, evoca Marsh.

Cuando la situación de los pingüinos de Middle Island se convirtió en noticia, Marsh sugirió que el Maremma podía proteger las aves; las cuales, razonó, eran simplemente chooks con traje de gala.

Proyecto estudiantil

Para una tarea de su carrera, David Williams, un estudiante universitario que trabajaba en la granja de Marsh, escribió una propuesta para desplegar perros Maremma en la isla. Posteriormente presentó una versión más formal ante la agencia ambiental estatal. Pero aun cuando la población de pingüinos seguía menguando, el proceso de aprobación se prolongó en medio de la burocracia.

Finalmente, en 2006, el primer Maremma fue puesto a trabajar: fue Oddball, hija de Ben (y que dio el nombre a la película). Desde entonces, la población de pingüinos de Middle Island se ha recuperado a 150, y no se ha perdido ninguno a causa un zorro, destaca Williams. El joven ahora trabaja para Zoos Victoria, el operador de los tres zoológicos del Estado.

Con autonomía

Los Maremma son animales autosuficientes; pueden ser dejados para defender un área por largos períodos de tiempo, con un suministro de alimento y agua que saben que no deben engullir de inmediato. Durante el verano, cuando los zorros representan un mayor peligro para los pingüinos, los perros permanecen en la isla varios días consecutivos, observando a las aves desde un mirador elevado.

Lo primero que se les enseña a los perros es a distinguir el olor de las aves. “Los pingüinos no huelen particularmente bien”, explica Peter Abbott, administrador de servicios turísticos del Concejo Municipal de Warrnambool. “Se ven lindos y adorables, pero huelen a pescado muerto”, añade.

Gradualmente, se los entrena para que traten a los pingüinos como a cualquier otro tipo de rebaño, que debe ser defendido y no dañado.

Nuevo ensayo

El éxito del programa de Middle Island ha servido de inspiración para cuidar a otras especies que están en riesgo de extinción. Zoos Victoria está tratando ahora de usar perros Maremma para reintroducir a la vida silvestre el bandicut listado oriental, un pequeño marsupial no visto fuera de cautiverio desde 2002. Varios intentos anteriores han fracasado, pero Zoos Victoria ha prometido evitar la extinción de cualquier vertebrado terrestre en Victoria, y espera que los perros marquen una diferencia.

Está en marcha un ensayo de cinco años, que consiste en que Williams entrene dos cachorros Maremma en un zoológico de animales en libertad en Werribee, un suburbio de Melbourne. Los perros aprenderán a relacionarse con ovejas, que también estarán presenten en los tres sitios de ensayo, y con los bandicuts, que son criaturas tímidas y nocturnas.

El gerente de comunicaciones del zoológico de Werribee, Kimberley Polkinghorne, dijo que hay mucho entusiasmo en el proyecto, dado el potencial que tiene no solo para ayudar a los bandicuts, sino también a otras especies amenazadas.

Pronto retiro

En Middle Island, los sucesores de Oddball, Eudy y Tula (sus nombres provienen de la palabra Eudyptula, el género del pequeño pingüino) siguen manteniendo alejados a los zorros. Pero ya tienen ocho años así que se están acercando al retiro. Grupos locales que administran el proyecto lograron recaudar recientemente más de U$D 18.000 dólares para comprar y entrenar dos nuevos cachorros de Maremma.

La película “Oddball”, que fue un éxito de taquilla en Australia, significó un gran impulso para la colecta. En el filme se describe a la heroína, Oddball, como una bestia malvada que permanece un paso adelante del recogedor de perros local antes de encontrar la redención salvando pingüinos. La propia Oddball, ahora de 14 años, está retirada y vive en la casa de Marsh tranquilamente, sin preocuparse por los zorros.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios