Cano-Amaya versus Amaya-Cano

Cano-Amaya versus Amaya-Cano

Cano-Amaya versus Amaya-Cano
Se toparon de frente, imprevistamente, se saludaron y se detuvieron a conversar como peronistas que son. Ocurrió la semana que pasó en San Martín al 600, en pleno bullicio de la city capitalina, horario pico: un kirchnerista-alperovichista de pasado stellista, un disidente ex “mamilo” que hoy le da una mano a amigos del PRO, un amayista ex mirandista y un canista ex olijelista. El movimiento justicialista es amplio para las identidades internas, aunque sus militantes muten de espacios según las conveniencias políticas de ocasión. El peronismo pone sus pies y deja sus huellas en todos lados -la “pata peronista” se busca como oro en tiempos electorales- y sus simpatizantes dejan siempre una puerta abierta para el descontento y la salida, pero también para el oportuno regreso. Miremos a los famaillenses “mellizos” Orellana, que abandonaron el barco porque el alperovichismo les cerró el acceso al Congreso en 2013 y regresaron con la promesa de integrar listas nacionales y de remisión de fondos para la tranquilidad social del municipio.

Pregunta clave
En fin, a aquellos los interlocutores callejeros los une el pasado orteguista-menemista-duhaldista-mirandista; los distancia el presente político de cada uno. ¿El futuro? Quién sabe dónde los encontrará, en aquel momento sólo la vereda los unió. Una pregunta muy actual disparó el desencuentro verbal y desnudó posiciones: ¿se unirán Cano y Amaya? Sí, no, tal vez, a quién le importa, seguro ganan, pierden igual, el tema pasa por los acoples. “Si se juntan, el Gobierno le va a cerrar las canillas al intendente para que arda la ciudad”, lanzó uno. “La Municipalidad cuenta con dinero para pagar los sueldos y evitar los conflictos”, señaló otro. “En la Capital se puede repetir lo de los ochenta”, recuerda un tercero, apuntando a que el Concejo Deliberante puede quedar dividido mitad y mitad, en caso de la posible unidad.

¿Quiénes entran por el oficialismo?, pregunta un cuarto abriendo la puerta a las especulaciones. El resto tira apellidos: uno de Cortalezzi, uno de Carolina Vargas Aignasse, uno de “Cacho” Cano, uno de Caponio, uno de Assán, uno por el “Tano” Alfaro, uno por Fernando Juri. “No hay lugar para todos”, advierte un contertulio para poner un freno a la lista de posibilidades. El criterio, casi unánime, es que la pelea electoral estará tan disputada que sólo entrarán las cabezas de los acoples. “No hay más votos para repartir”, se sugiere. “Ni para que entren de a dos”, se añade. Detrás de la discusión por la cifra de sufragios necesarios para acceder a una banca, que alguno estima en 12.000, aparece el tema de los recursos que hacen falta para afrontar la campaña. Coincidencia total: será bastante caro lograr un puesto legisferante: entre $ 3 millones y $ 6 millones. ¿Tanto habrá que desembolsar para llegar a la Legislatura o al Concejo? Alguien remarca que hay que garantizar la presencia efectiva de 1.000 fiscales, y pícaros. Calcula: a $ 500 cada uno, suma un total de $ 500.000. “Y los taxis, se necesita una flota; y la comida, y la impresión y distribución de los votos, etc”, agregan. Y los bolsones, a no olvidar los mal afamados pero bienvenidos bolsones ciudadanos. También cuestan.

Alguien recuerda que Néstor Kirchner dijo que política sólo se puede hacer con plata. “No es suficiente; en la elección pasada, a un candidato le dieron $ 1 millón para los comicios y a la sede llegaron $ 198.000; sacó mil votos y necesitaba 10.000”, acota. “El que la guardó, ahora la tendrá que poner”, desliza otro. Chanzas, risas, adioses, un “Viva Perón” y la pregunta inicial que queda flotando en la city bancaria: ¿se unirán Cano y Amaya?

Amaya y Cano ya se juntaron el domingo pasado y el viernes hubo cruces telefónicos entre ellos. Hay charlas, faltan negociaciones. En ese marco, el miércoles se reúne la convención radical para aprobar el armado de un frente electoral.

Los operadores de ambos lados entienden que juntos, Cano y Amaya, tienen muchas chances de ganar los comicios provinciales, pero ¿quién cede el primer lugar en la fórmula? Tanto el diputado radical como el intendente peronista vienen repitiendo a quien le pregunte que ese sitio es innegociable. ¿Entonces? Es una disputa de egos, apuntó alguien cercano a ambos para que se entienda la conducta de los dirigentes. No es menor si se trata de políticos que se han puesto como meta una vara alta: la gobernación de Tucumán. Para cualquier pacto, alguien deberá dar un paso al costado y, a la vez, salir fortalecido. ¿Cómo? Sólo una reunión cara a cara, y a solas, puede alumbrar un arreglo, o no. Si acuerdan, para abajo todo se acomoda solo; asegura un operador canista a este columnista. Como en cascada, coincide por separado un amayista en la apreciación.

Además, en ambos grupos hay una coincidencia que salta en las charlas de café: entienden que hay un clima especial en la provincia que los empuja, les pide y hasta casi los obliga a caminar hacia la unidad para poner fin al alperovichismo y al esquema de poder que representa. Así también reconocen que hay empresarios interesados en esa mancomunión de fuerzas y que ven con simpatía el posible acuerdo, y que se lo hicieron saber a ambos. Eso significa respaldo económico; un detalle para nada despreciable a la hora de hacer cálculos políticos. Hoy hay menos posibilidades de que no se junten, comentó un referente del interior que sigue muy de cerca los pasos de aproximación entre Cano y Amaya. Supuestamente están más cerca del apretón de manos que de seguir separados cada uno por su vereda.

Aquí cabe recordar una anécdota sobre “posibilidades políticas” que involucra a “Don Fernando”, como cariñosamente recuerdan los peronistas a Riera. A un referente del interior, el ex gobernador le aseguró durante una mañana que tenía el 99% de chances de ser candidato a delegado comunal. No ocurrió. Cuando el “elegido” fue a la tarde pedir explicaciones escuchó esta respuesta inesperada del caudillo de Bella Vista: “se dio el uno por ciento, compañero”. Nunca hay que descartar ese uno por ciento, para el lado que sea, cuando se trate de probabilidades en materia política.

De todas formas, el pacto entre el peronista y el radical tiene plazo reducido de concreción, no más de 12 días, ya que el 22 de este mes vence el término para la presentación de las alianzas para intervenir en los comicios provinciales del 23 de agosto. El problema añadido que se presenta al eventual acuerdo es que en el medio están las PASO nacionales, y es imposible avanzar en un arreglo local sin considerar la votación del 9 de agosto.

El paquete a negociar, entonces, se amplía y no se reduce sólo a convenir quién cede la gobernación y quién se queda con la designación del postulante a la intendencia capitalina, sino que incluye quién pelea por la senaduría y por la diputación nacional; y quién acompaña. Y cómo, porque la legislación electoral es un inconveniente a subsanar, para ambas elecciones.

En el caso de Cano, si es candidato a senador, puede ir en una lista unificada de parlamentarios apoyando a las tres boletas presidenciales de la coalición opositora (Macri, Sanz y Carrió). El caso de Amaya es más complicado: para apoyar a Randazzo -por ejemplo- como aspirante a una banca en la Cámara Alta, debería ir a las PASO del Frente para la Victoria. De arreglar con Cano para las provinciales, la interna del peronismo es casi imposible. Y al intendente lo están empujando desde el alperovichismo para que compita por afuera, pero solo. No lo quieren arreglando con el opositor porque allí ven riesgos. El jueves, Aníbal Fernández, invitó gentilmente al intendente a seguir con los pies fuera del plato, en un gesto aplaudido y profusamente explotado desde el Poder Ejecutivo tucumano.

Es que en la Casa de Gobierno, por más que manejen al PJ y su estructura territorial, temen por lo que pueda hacer el peronismo tucumano. No quiere una fractura, o por lo menos que la fuga de votos sea mínima. En ese sentido debe entenderse el gran acto que planea hacerle Alperovich a Scioli en Tucumán el viernes. Quiere mostrar que el peronismo, además de estar con el bonaerense, está con él y no con Amaya. Será una prueba de fuego para Alperovich, de la que saldrá fortalecido Scioli.

Al jefe municipal le dolió lo de Aníbal. Le cuesta digerir que el kirchnerismo le de la espalda; situación que lo obliga a mirar con menos reticencia hacia el campamento canista. Amaya solo no llega, arriesgan y advierten desde las filas radicales, como abriendo las puertas a los abrazos electorales. Igual, si van juntos -al margen de quién resulte el uno y quién el dos-, el triunfo no está asegurado, la pelea será voto a voto con el alperovichismo, como bien lo apuntan desde el amayismo. Polarizar de a dos es mejor que dividir por tres para la oposición. No es que juntos son dinamita, pero las chances opositoras se presentarían un poco mejor.

Moneda de cambio
La moneda de cambio para un arreglo es la candidatura a intendente. La pondría quien se quede con la vicegobernación. Si es Amaya el que baja un escalón, Germán Alfaro sería el principal aspirante de la jefatura municipal capitalina. No el único, ya que por el sistema de acoples -para sumar votos a la eventual fórmula unificada- habría por lo menos tres postulantes a jefes municipales por esa coalición. Sin embargo, el secretario de Gobierno capitalino está dispuesto a resignar su aspiración si Amaya encabeza boleta con Cano. Interiormente, el hombre de Villa Amalia quiere ser candidato y competir con Alperovich por la Capital, como algunos rumores que circulan y le dan chances al titular del PE para pelear por la intendencia y que, obvio, ningunean a Yedlin, que ya está en campaña.

¿Qué pasaría en ese caso con las postulaciones de los radicales?, ¿se bajarían los hombres de Alem para allanarle el camino a un peronista? ¿Elías de Pérez iría como segunda de Cano en la boleta de senadores? ¿El radicalismo acompañará a Cano en la decisión que tome, en caso de que acuerde con Amaya? Es mucho lo que hay que convenir, y muchas las contraindicaciones para ese eventual paso. El massista Gerónimo Vargas Aignasse adelantó que si Cano arregla con Amaya, él se va de la coalición. Por el lado del amayismo, los ultrakirchneristas que acompañan al intendente advierten que no puede seguir a un opositor aliado a Macri. Sin embargo, desde las trincheras canistas y amayistas minimizan los eventuales contratiempos y fugas y apuntan que ganan más de lo que pierden con un arreglo hacia octubre. Los días pasan, los plazos se acortan.

Comentarios