El desorden del área metropolitana

El desorden del área metropolitana

Un cuadro de situación de descuido, destrucción y desorden sobresale y no tiene visos inmediatos de superación en las ciudades del área metropolitana de Tucumán. Son espacios urbanos -aunque bien podría calificarse de semiurbana a las ciudades de Banda del Río Salí y Alderetes por la fuerte influencia rural que mantiene- que han crecido desordenadamente en población, viviendas y actividades económicas, en gran medida sin una planificación urbanística coordinada y de altura.

Ciudades como Tafí Viejo, con una identidad territorial, tradicional, geográfíca y hasta cultural más definidas, conviven en ese espacio amplio que es el Gran San Miguel de Tucumán con municipios como Las Talitas, Yerba Buena, Alderetes y Banda del Río Salí. Se trata de un conglomerado -junto con la capital de la provincia- en donde viven unas 800.000 personas, es decir, prácticamente la mitad de los habitantes de todo Tucumán.

A un San Miguel de Tucumán cada vez más desarticulado, tumultuoso y desorganizado, especialmente por el flujo de su tránsito vehicular, por el mantenimiento de espacios céntricos cada vez más atiborrados y muchos menos funcionales a las necesidades y demandas de los vecinos, o por el mantenimiento de proyectos inmobiliarios sin demasiada planificación, o ya por la instalación de nuevos barrios y viviendas que mantienen un eje de comunicación basado en una estructura urbanística pobre, se le agrega territorios urbanos surgidos más de las necesidades políticos-institucionales que por cuestiones estratégicas y ambientales.

La Banda del Río Salí que creció en torno y en las adyacencias del ingenio Concepción, y a la vera de antiguas rutas provinciales, convertidas en avenidas, agregó superficie a su municipalización con barrios y hasta localidades de su periferia -ingenio San Juan, Lastenia, por caso- que básicamente fueron encajándose al crecimiento territorial sin mayores propósitos y planificación. Desde el puente Lucas Córdoba hacia el este, barrios y vecindades se mantienen, se adicionaron o se incrementaron en buena medida como única respuesta al fuerte requerimiento habitacional que impuso el aumento de población. Ciudad con un fuerte perfil industrial, la Banda del Río Salí sufre también el trasiego perturbador que imponen las producciones regionales y una vida comunitaria muy marcada por ese fárrago. Podría decirse que este panorama tiene sus similitudes con Alderetes, municipio con jurisdicción sobre las zonas aledañas de Los Gutiérrez, Las Piedritas y El Corte y también con Las Talitas, el pueblo que se formó como una extensión de nuestra ciudad capital hacia el norte, con la mayoría de sus barrios ubicados en torno a la ruta nacional Nº 9. Distintas serían las situaciones y perspectivas de Yerba Buena, una vecindad básicamente residencial y con una de las mejores calidad de vida, y de Tafí Viejo, el pueblo que mantiene una personalidad y un perfil con trazos muy propios, toda vez que ambas ciudades tienen una tasa de infraestructuras que, aunque despareja y desatendida, es superior y más extensa que la de los otras zonas del gran espacio céntrico. Así, podríamos asumir que este diagnóstico habilita para insistir con la prédica que enarbolan muchos expertos que advierten sobre las múltiples crisis -de servicios, de flujo comunitario, de infraestructuras, de urbanidad, de capacidad económica- que afectan al área metropolitana y que deben resolverse con urgencia. Un trance urbano desequilibrado sólo deriva en sumar más riesgos y conflictos en una sociedad que necesita construir más armonía y seguridades con el porvenir.

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