Dejà vú “naranja”

Dejà vú “naranja”

Tucumán repitió la historia de la final de 2013 ante Rosario y sueña con el bicampeonato.

BUEN DEBUT. Tras los nervios del inicio, Fornaciari fue ganando confianza y terminó redondeando una buena actuación.  BUEN DEBUT. Tras los nervios del inicio, Fornaciari fue ganando confianza y terminó redondeando una buena actuación.
Por una cuestión de prudencia, nos vemos en la obligación de recordar que Tucumán todavía no ganó nada, y que aún tiene por delante dos fechas que no son ninguna ganga. Pero ayer demostró que tiene todo para retener la corona que desde el año pasado le pertenece con absoluta justicia. Porque ganó la que para muchos era la final, aunque recién estemos a mitad del camino. Otra vez a Rosario, el rival de la definición 2013, y aunque esta vez el asunto fue mucho más ajustado (27-24), la “naranja” volvió a poner sobre la mesa el corazón de los verdaderos campeones para agregar a su colección la que, hasta ahora, parece ser la figurita más difícil del álbum 2014.

Que quede claro: lo de Tucumán no fue perfecto. De hecho, el primer tiempo fue tal vez lo más flojo que se le vio en el torneo. Superado por su rival en las formaciones fijas, sobre todo en el line, controló el óvalo pero sin una idea clara de cómo lastimar con él. Rosario, por el contrario, facturó en la primera vez que cruzó mitad de cancha, a través de Guido Randisi. Por fortuna, Tucumán desactivó el efecto devolviendo el golpe de inmediato, con el try de Juan Novillo, que capturó una pelota suelta, encaró y pasó por el medio de la hache. No ahondaremos en lo del apertura, porque para eso está la página 4, pero hay que decir que León la descosió.

Por el try de Juan Rapuzzi, Tucumán se fue al descanso siete puntos abajo (17-10) y en la necesidad de poner la mente en remojo. Aunque siguió adolenciendo de problemas en la hilera, su actitud fue mucho más fuerte, más vertical, más ambiciosa. De a poco fue rompiendo a una defensa en la que ya se notaba el desgaste, y que por sucesivas amarillas tuvo un hombre menos durante casi toda la etapa. Las patadas de Novillo acercaron la bocha y Agustín Cortés clavó la estocada final convirtiendo en oro un descuido en el fondo rosarino. El try de Vito Scaglione sobre el final no alcanzó a torcer la historia para un Rosario que, en verdad, siempre estuvo cerca.

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