13 Octubre 2014
DEFINICIONES. “El fotógrafo profesional crea una obra y tiene una reflexión conceptual sobre lo que se muestra; realiza un ensayo visual”.
“La fotografía hoy está en manos de todo el mundo a través de los móviles, lo que ha producido un enorme cambio en el lenguaje por la tecnología”, asegura Marcelo Brodsky.
El artista participó el viernes y sábado pasado, en la Bienal de Fotografía Documental; exhibió un tríptico en el Centro Cultural Virla sobre Marshall Meyer y brindó una charla sobre “La fotografía como herramienta en la lucha de los derechos humanos”.
Brodsky, cuya obra “La clase” (ver aparte), trascendió internacionalmente, le dijo a LA GACETA durante una entrevista -acompañado por abogados de Andhes-, que “cuando la imagen se iconiza tiene un gran efecto social”. Y reiteró la importancia de que se dicte en la escuela secundaria la materia “educación visual”.
- ¿Qué le interesa obtener con su trabajo?
Lo más importante es generar una reacción, una empatía emocional, una conexión entre el espectador y con uno mismo. Mi trabajo se limita muchas veces a un gesto, que marca una fotografía anterior.
- Hay una llegada...
- Sí, la imagen pega, porque llega por otro lugar; bajan las defensas, porque uno, a veces, no está preparado para un mensaje: la imagen entra por un lugar sensorial, más intuitivo. Pega en lo emocional y provoca un conocimiento. Entra más por el cuore. Hay imágenes que están destinadas a no verse, a ser secretas, por eso es que tienen más potencia.
- En otras palabras, tienen un gran poder.
- Mucho poder, y existe un bombardeo constante. Por eso, la misión que tienen los artistas es producir una reflexión sobre ellas, anular la ceguera que produce ese bombardeo y transformar la situación.
- ¿Cómo ve la fotografía en este momento?
- Hoy está en manos de todo el mundo; todas las personas tienen acceso a ella a través de los móviles, lo que ha generado un cambio enorme en el lenguaje, debido a la masividad del fenómeno. El tema es qué hacemos con esta arma que tenemos; y si podemos transformar la realidad.
- ¿Y en qué se diferencia la foto de un profesional de la de un aficionado?
- Y es la misma diferencia que hay entre un escritor y una persona que lee y escribe... el escritor crea una obra, tiene algo que va mucho más allá de la información. Hay una reflexión conceptual sobre lo que se muestra, hay un trabajo y una interpretación. Un ensayo visual, podríamos señalar.
- ¿Encuentra alguna diferencia entre el arte y la fotografía?
- La foto es un medio más, y la verdad, cada vez esa diferencia se nota menos. Forma parte del proyecto artístico.
-¿ Cómo ayuda la fotografía a los derechos humanos?
- Es muy importante su colaboración como herramienta. Fijate lo que pasó aquí. A mí me contaron sobre el video con la tortura que habían realizado los policías, pero no lo vi; me lo imaginé, y ya con eso solo fue suficiente. Cuando la imagen se iconiza tiene un gran efecto social, se dispersa, ayuda a la conciencia. Sé lo que pasa en Tucumán, por ejemplo, por una imagen. Puede tener el poder de transformar una ley. Mi trabajo tiene como objetivo comunicar a las nuevas generaciones la experiencia del terrorismo de estado en el país, pero de una manera diferente, basada en la emoción y en la experiencia sensible, para que se genere un conocimiento profundo y real.
El artista participó el viernes y sábado pasado, en la Bienal de Fotografía Documental; exhibió un tríptico en el Centro Cultural Virla sobre Marshall Meyer y brindó una charla sobre “La fotografía como herramienta en la lucha de los derechos humanos”.
Brodsky, cuya obra “La clase” (ver aparte), trascendió internacionalmente, le dijo a LA GACETA durante una entrevista -acompañado por abogados de Andhes-, que “cuando la imagen se iconiza tiene un gran efecto social”. Y reiteró la importancia de que se dicte en la escuela secundaria la materia “educación visual”.
- ¿Qué le interesa obtener con su trabajo?
Lo más importante es generar una reacción, una empatía emocional, una conexión entre el espectador y con uno mismo. Mi trabajo se limita muchas veces a un gesto, que marca una fotografía anterior.
- Hay una llegada...
- Sí, la imagen pega, porque llega por otro lugar; bajan las defensas, porque uno, a veces, no está preparado para un mensaje: la imagen entra por un lugar sensorial, más intuitivo. Pega en lo emocional y provoca un conocimiento. Entra más por el cuore. Hay imágenes que están destinadas a no verse, a ser secretas, por eso es que tienen más potencia.
- En otras palabras, tienen un gran poder.
- Mucho poder, y existe un bombardeo constante. Por eso, la misión que tienen los artistas es producir una reflexión sobre ellas, anular la ceguera que produce ese bombardeo y transformar la situación.
- ¿Cómo ve la fotografía en este momento?
- Hoy está en manos de todo el mundo; todas las personas tienen acceso a ella a través de los móviles, lo que ha generado un cambio enorme en el lenguaje, debido a la masividad del fenómeno. El tema es qué hacemos con esta arma que tenemos; y si podemos transformar la realidad.
- ¿Y en qué se diferencia la foto de un profesional de la de un aficionado?
- Y es la misma diferencia que hay entre un escritor y una persona que lee y escribe... el escritor crea una obra, tiene algo que va mucho más allá de la información. Hay una reflexión conceptual sobre lo que se muestra, hay un trabajo y una interpretación. Un ensayo visual, podríamos señalar.
- ¿Encuentra alguna diferencia entre el arte y la fotografía?
- La foto es un medio más, y la verdad, cada vez esa diferencia se nota menos. Forma parte del proyecto artístico.
-¿ Cómo ayuda la fotografía a los derechos humanos?
- Es muy importante su colaboración como herramienta. Fijate lo que pasó aquí. A mí me contaron sobre el video con la tortura que habían realizado los policías, pero no lo vi; me lo imaginé, y ya con eso solo fue suficiente. Cuando la imagen se iconiza tiene un gran efecto social, se dispersa, ayuda a la conciencia. Sé lo que pasa en Tucumán, por ejemplo, por una imagen. Puede tener el poder de transformar una ley. Mi trabajo tiene como objetivo comunicar a las nuevas generaciones la experiencia del terrorismo de estado en el país, pero de una manera diferente, basada en la emoción y en la experiencia sensible, para que se genere un conocimiento profundo y real.
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