La crisis golpea a las entidades de ayuda social

La crisis golpea a las entidades de ayuda social

La falta de donativos obliga a las ONGs a achicar sus servicios. Se cierran talleres y se despide personal. El gobierno puede ayudar

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26 Agosto 2014
“Si a vos, que tenés dos o tres hijos, te cuesta llegar a fin de mes, imaginate las instituciones de ayuda social, con 100 o 200 chicos para dar de comer”. La reflexión de una voluntaria es tan real como el golpe de la crisis económica al bolsillo de los argentinos, no importa qué digan las estadísticas oficiales. Así como las familias se achican, también se encogen en los servicios las organizaciones no gubernamentales.

“Las donaciones privadas han ido cayendo en picada, al punto de que hoy la Fundación Albergues Infantiles (FAI) sólo recibe $ 4.000 del Gobierno nacional para la comida y nada más”, se lamenta Dolores Alfieri, presidenta de la institución. FAI tiene a su cargo 20 chicos de familias humildes que viven como en una gran familia y estudian en las escuelas y en la UNT. Además, en Lules, sostiene el oratorio San Antonio, donde da de comer y atiende a otros 100 chicos más.

“Los costos fijos han aumentado y también para nosotros, cada vez se nos hace más difícil sostenernos a la vez que hay más demanda alrededor”, dice con sufrimiento la presidenta. Porque la verdad es que FAI no ha disminuido la cantidad de beneficiarios. Sigue prestando los servicios esenciales, pero ha tenido que cerrar algunas secciones, como el taller de zapatería. A veces, en la intimidad de la comisión directiva, sobrevuela el fantasma del cierre de la institución. “Estamos pensando en la continuidad o no de FAI, estamos arañando la olla, como se dice. Pero mientras estemos en pie, vamos a seguir ayudando en todo lo que podamos”, confía Afieri. “Hasta ahora, el que toca la puerta entra. Siempre tenemos un ángel de la guardia que nos ayuda...”, agradece.

“Un efecto dominó”
“La situación actual de las ONG no es más que el reflejo de la sociedad. Es un efecto dominó, todo se transmite. Y las instituciones se ven en la obligación de hacer ajustes muy drásticos”, reconoce Cristina Nemiña, presidenta de la Red por los Niños, un nucleamiento de 15 ONG dedicadas a la niñez. Lo primero que se reduce son los recursos humanos. “No solamente los profesores rentados sino también los voluntarios, a los que hay que pagarles aunque sea un boleto de ómnibus para que se puedan trasladar hasta la institución, de lo contrario no hay continuidad en los servicios”, explica Nemiña.

“Las empresas que antes colaboraban en forma permanente ya no realizan ayudas sostenidas en el tiempo. Apoyan en forma puntual un determinado proyecto, pero no todos”, afirma. “Pero la vida sigue todos los días, por eso deben realizar ajustes”, dice.

Fondos del Estado
Muchas veces hasta los subsidios del Estado se demoran o se suspenden sin previo aviso y queda a la deriva una serie de servicios que se pagaba con ese dinero. El hermano José Cordera, director del comedor infantil Don Bosco, sufre la pérdida de un subsidio de la provincia de $10.000 que sostenía los sueldos de los profesores de los talleres de arte y música, entre otros. El dinero para el comedor proviene de un programa nacional, PNUD, que estuvo demorado dos meses y que generó una deuda que complica a las instituciones. “El caso es que no sólo debemos dar comida, sino también una educación integral que es muy necesaria, indispensable para la recuperación de estos niños”, explica el hermano Cordera.

El comedor funciona diariamente con 120 chicos. “El dinero que nos llega del Gobierno se nos va todo en carne, verduras, pan y lácteos. No alcanza para nada más”, dice.

¿Es posible que el Estado salga en auxilio de las instituciones que están al borde de la quiebra? “Por supuesto, pero hasta ahora no hemos recibido ningún planteo de ninguna institución, salvo en el caso de una que pidió un sueldo de cocinera”, contó Gabriela González, secretaria de Articulación Territorial y Desarrollo Local de Políticas Sociales. “No estamos restringiendo a ninguna ONG. A principio de año hemos aumentado las partidas para los comedores”, señaló. La provincia cuenta con 80 comedores infantiles y 60 cocinas comunitarias que antes funcionaban como los primeros. “Nuestro objetivo es que los chicos coman en la casa, con sus familias”, agregó González. La Provincia está dispuesta a ayudar a las instituciones en problemas, dijo.

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