Por Jorge Figueroa
29 Julio 2013
El Salón de Arte Contemporáneo del MUNT, con sus 61 obras, y el que anoche se abrió en Plaza de Almas (el cuarto) con una selección de 41 trabajos, toman el pulso de las artes visuales en la ciudad, mientras que en las redes sociales, los debates y acaloradas discusiones no ceden: sobre los premios, los seleccionados y los excluidos y otros temas.
Pero a la par, se inauguran otras muestras, como la de Virginia Serrano ("De retratos y mariposas"), esta noche en El Cuarto Naranja; de Marisa Rossini y Jaime Coronil Urtubia (Chile), el miércoles, en Casa Managua, con "Del otro lado"; y "Pintalo de negro", el viernes, en el Centro Virla, con los artistas y curadores Solana Finkelstein y Fernando Brizuela (en la que participan una decena de artistas).
Pero debe advertirse lo siguiente: el hecho de que se sumen exposiciones, en distintos espacios, más tiene que ver con la vitalidad de una actividad, con el desarrollo de distintas iniciativas, pero nada dice, aún, del propio arte; de si hay una renovación en las propuestas emergentes, por caso.
En el teatro, la situación es similar: aunque debe observarse que a los cuestionamientos y discusiones sobre los premios Artea y de la Fiesta Provincial del Teatro, aquí se agregan los relacionados con el otorgamiento de los subsidios y aportes que corresponden a los teatristas, tanto por el Instituto Nacional del Teatro, como por la ley provincial.
Retornando al terreno de las artistas visuales, como si no bastara con la discusión sobre los salones, otra polémica se ha instalado en los últimos días. En la exposición Peponas!, de la Facultad de Artes, que se abrió hace 10 días en el Centro Cultural Virla, la inclusión de una rata en una de las obras no terminó nada bien. Un grupo de asistentes logró que finalmente el animal fuera retirado, no sin que antes ocurriera que la rata mordiera el dedo de una niña. También se aludió a la Ley N° 14346 (sobre malos tratos y actos de crueldad a los animales), y su supuesta infracción.
El incidente no es menor, porque habla también de la irresponsabilidad con la que, habitualmente, las instituciones no prevén el cuidado respectivo de lo que se expone; algo que afecta tanto a los dueños de los trabajos como a los espectadores (la seguridad, por ejemplo).
De todos modos, el debate mayor se planteó sobre el uso de animales en el arte.
Los ejemplos no son escasos: importantes artistas como Jannis Kounellis, Damien Hirst, Joseph Boys y el recientemente fallecido León Ferrari trabajaron con ellos; un escándalo de proporciones causaron los cuervos de Nuno Ramos en la Bienal de San Pablo, en 2010. En esta ciudad, una performance de Gerardo Medina, en la década del 80, también había provocado una demanda de la Sociedad Protectora de Animales.
Los debates siempre son enriquecedores, sobre todo en el arte, donde nada se recibe si no es con beneficio de inventario.
Pero a la par, se inauguran otras muestras, como la de Virginia Serrano ("De retratos y mariposas"), esta noche en El Cuarto Naranja; de Marisa Rossini y Jaime Coronil Urtubia (Chile), el miércoles, en Casa Managua, con "Del otro lado"; y "Pintalo de negro", el viernes, en el Centro Virla, con los artistas y curadores Solana Finkelstein y Fernando Brizuela (en la que participan una decena de artistas).
Pero debe advertirse lo siguiente: el hecho de que se sumen exposiciones, en distintos espacios, más tiene que ver con la vitalidad de una actividad, con el desarrollo de distintas iniciativas, pero nada dice, aún, del propio arte; de si hay una renovación en las propuestas emergentes, por caso.
En el teatro, la situación es similar: aunque debe observarse que a los cuestionamientos y discusiones sobre los premios Artea y de la Fiesta Provincial del Teatro, aquí se agregan los relacionados con el otorgamiento de los subsidios y aportes que corresponden a los teatristas, tanto por el Instituto Nacional del Teatro, como por la ley provincial.
Retornando al terreno de las artistas visuales, como si no bastara con la discusión sobre los salones, otra polémica se ha instalado en los últimos días. En la exposición Peponas!, de la Facultad de Artes, que se abrió hace 10 días en el Centro Cultural Virla, la inclusión de una rata en una de las obras no terminó nada bien. Un grupo de asistentes logró que finalmente el animal fuera retirado, no sin que antes ocurriera que la rata mordiera el dedo de una niña. También se aludió a la Ley N° 14346 (sobre malos tratos y actos de crueldad a los animales), y su supuesta infracción.
El incidente no es menor, porque habla también de la irresponsabilidad con la que, habitualmente, las instituciones no prevén el cuidado respectivo de lo que se expone; algo que afecta tanto a los dueños de los trabajos como a los espectadores (la seguridad, por ejemplo).
De todos modos, el debate mayor se planteó sobre el uso de animales en el arte.
Los ejemplos no son escasos: importantes artistas como Jannis Kounellis, Damien Hirst, Joseph Boys y el recientemente fallecido León Ferrari trabajaron con ellos; un escándalo de proporciones causaron los cuervos de Nuno Ramos en la Bienal de San Pablo, en 2010. En esta ciudad, una performance de Gerardo Medina, en la década del 80, también había provocado una demanda de la Sociedad Protectora de Animales.
Los debates siempre son enriquecedores, sobre todo en el arte, donde nada se recibe si no es con beneficio de inventario.
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