"Todo lo que pasa en el libro es terrible"

"Todo lo que pasa en el libro es terrible"

El autor de La misa del diablo habló con LA GACETA Literaria acerca de los pormenores que lo llevaron a escribir sobre el asesinato de un chico de 11 años a manos de una secta.

21 Julio 2013

Periodista, Miguel Prenz trabajaba en diversas crónicas cuando en 2008 decidió viajar a la ciudad de Mercedes, en Corrientes, para conocer más de un crimen satánico ocurrido dos años antes. En 2006, el cuerpo de Ramón González, de 11 años, conocido como Ramoncito, había aparecido decapitado en un terreno. Desde entonces, la noticia le impactó. Y una vez en el lugar, le interesó aún más. Entrevistó a vecinos y a responsables del hecho. Con eso, más lo que vio y sintió, le dio forma a la gran crónica que resultó La misa del diablo. Fueron seis viajes desde Buenos Aires hasta Mercedes. Más de una semana de estadía por cada uno. "60 días de trabajo de campo más el tiempo de escribir la crónica", le dice a LA GACETA durante la entrevista y con el libro ya en las calles.

-Casi sobre el final de La misa del diablo, contás que viste partes del video de un rito satánico. ¿Qué te pasó con eso?

-Bueno, yo vi sólo una parte, pero la persona que me lo mostró lo vio completo. Con esa persona acordé que me muestre poco pero que me cuente mucho, aunque sea off the record. Y hubo más gente dispuesta a mostrar ciertas cosas, pero por diferentes motivos no se mostraban ellos.

-¿Te superó en algún momento el hecho de escribir sobre algo tan duro?

-Siempre tuve en claro que debía llegar a los entrevistados sin prejuicios, de la manera más imperturbable posible. Igual, es lógico sentir algo de incomodidad, porque todo lo que pasa en el libro es terrible. Pero en un momento tuve que cortar con eso y ponerme muy frío. Aunque siempre uno está hasta el cuello.

-¿Causó algún revuelo tu presencia en Mercedes?

-Los antropólogos dicen que cuando uno llega a un lugar hay que generar el menor impacto posible para que todo siga con su naturalidad y estudiar, de esa forma, mejor el campo de acción. Obvio que si llego a un lugar y pregunto por el tema, no voy a pasar desapercibido. Pero intenté pasar lo más desapercibido posible. Traté de encarar cada situación, como la llegada al pueblo o los encuentros con determinadas personas, con la idea de saber qué pasó y no para juzgar.

-Entre los entrevistados está Carlos Beguiristain, acusado de ser quien le cortó el cráneo a Ramoncito. ¿Qué te pasó al estar frente a él?

-Me interesaba su mirada. Nadie nace asesino, ni decapitador. Intenté saber cómo esa persona pasó de ser alguien que nació tomando la teta, como cualquier persona, a convertirse en un decapitador. El personaje, por más salvaje que pueda ser, es alguien que tiene sus grises. Eso me parece potente. Frente a él me di cuenta de que en algún momento de su vida fue un chico que sufrió como Ramoncito, pero que este sistema tan perverso por las condiciones que genera pone en igualdad a todo el mundo. Fijate que este muchacho y Ramoncito, hasta cierto momento, hicieron la misma vida. Ese hombre es el resultado de una serie de cosas que le pasaron en la vida. Por eso nunca tuve un impulso negativo, sino que estaba muy interesado en saber cómo ese tipo se convirtió en eso.

Publicidad

-¿Sentiste miedo ante un tema tan duro?

-Si lo hubiese tenido, no hubiera podido laburar. Porque iba a estar solo, lejos de mi casa y con gente libre que participó en el tema. Además, no soy nada valiente. Fue más inconsciencia. Me embalé con una historia, me gustó, la vi potente y no me dejé influir por lo demás.

© LA GACETA


Publicidad
Comentarios