Gyula Kósice, 70 años de fervor creador

Gyula Kósice, 70 años de fervor creador

No es arriesgado afirmar que, en el arte nacional, hay un antes y un después de Kosice. En tal grado, su gesto creador revolucionó actitudes y lenguajes, comportándose como una suerte de generador de aperturas, como un catalizador de vuelcos vanguardistas, como un conquistador de otras dimensiones. Porque en la medida de su formidable capacidad para desentrañar códigos porveniristas, Kósice asume -aún en el plano teórico, que le es tan propio- la actitud de un auténtico protagonista del espacio.

REUNIÓN DE CREACIONES. Kosice ha abierto en Buenos Aires las puertas de su museo, remodelando espacios. Su obra de períodos opuestos puede abarcarse allí con una mirada integradora. REUNIÓN DE CREACIONES. Kosice ha abierto en Buenos Aires las puertas de su museo, remodelando espacios. Su obra de períodos opuestos puede abarcarse allí con una mirada integradora.
13 Enero 2013
Alguna vez lo he llamado taumaturgo del espacio, como una ubicación casi conceptual de lo que puede imaginar / concebir / descifrar / un artista frente a los márgenes de lo utópico. Pienso que esto es sólo un sesgo analítico de lo que ha llegado a corporizar este artista argentino, trabajador incansable, a lo largo de setenta años de fervor creativo. Hombre que ha expresado, con alto sentido futurológico nuevas visiones del arte, concebido como una herramienta de desciframientos, de afirmaciones y enunciados transcriptores de una realidad vitalizada.

Un pensador del arte
Cabe leer sus textos, su poesía madí, sus interpretaciones de una ciudad espacial, para comprender la visión -no sólo estética- de un potente pensador del arte. Porque Kosice es precisamente un artista que actúa y plasma a través de un pensamiento constante, de una filosofía de las formas mutantes, de un cálculo del movimiento, de la energía de la materia. Toda su obra cimentada en el hidroespacialismo, es una empecinada lección de fe. Agua / espacio / movimiento / luz, integran una tetralogía fantástica en que lo real se subsume en lo imaginario y viceversa. Una tetralogía en la que el espacio-tiempo es una dimensión que incita y a la vez transporta al receptor a otras cosmogonías, a naturalezas inexploradas. Es el sentido de lo maravilloso lo que entonces aparece ante los ojos. Lo mágico-maravilloso de una realidad inventada, creada para vivir, para habitar, para trasponer espacios y visualidades.

Ciudadano del mundo, Kosice ha vivido el arte compartiéndolo con las más grandes figuras de la contemporaneidad. Artistas, teóricos, historiadores del arte, se han consustanciado en el diálogo esclarecedor, con su postura, con su visionario gesto. Desde Victor Vasarely, Max Bill, Jean Arp, Lucio Fontana, Alexander Calder, Jean Tinguely, Le Corbusier, Alberto Giacometti, Sonia Delaunay hasta Louis Aragon, Otto Hahn, Michel Ragon, Pierre Restany, Giulio Argan, André Malraux.

Desarrollos témporo-espaciales
Hace algo más de una década, la megaexposición que exhibió en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, resumió más de medio siglo de labor regida por permanentes vitalismos matéricos y conceptuales. En ella, en el acuerdo admirable de períodos y etapas, de soluciones y desarrollos témporo-espaciales, Kósice mostró su propio universo sensible en el que caben técnica y arquitectura, cosmos y hombre, naturaleza y artificio. La energía concentrada y la eclosión de los efectos, convivieron entonces en esa suerte de puente alegórico que el taumaturgo construye entre este mundo y el espacio, entre la idea de cosmos organizado y la virtualidad de un Universo nuevo. En la cuidada selección de obras expuestas, estuvo representado tanto el Madí de los 40, con la primera escultura articulada; los marcos recortados y los esmaltes sobre madera, cuanto la posterior irrupción de los desplazamientos de geometrías en aluminio; las obras con luz de neón, las estructuras dinámicas. Y el cinetismo y el hidrocinetismo que, a partir de los 50, muestran a un Kósice en que plexiglas / agua / movimiento / luz / color / aire, pueden modular las más fantásticas construcciones e interpretaciones de la materia animada. (En esos juegos lumínicos y cinéticos en los que el invencionismo recrea hacia el infinito formas en la materia, Kósice genera auténticas ecuaciones espaciales para que el ojo las resuelva. La fascinación ocupa el lugar del extrañamiento; el impacto futurológico, el de la medida y el orden convencionales).

La ciudad hidroespacial
La ciudad hidroespacial de los 70 y su vértigo de utopías, expuestos en dicha megamuestra en grandes planos proyectados, contribuyó asimismo a que las salas se inundaran de otras luces: las que emanan de las pantallas múltiples. En esos otros escenarios, el artista multiplicó la esencia de sus significados espaciales, proyectándolos hacia un campo inédito del hábitat. Y la eclosión de las grandes estructuras metálicas de los 80 y de los 90, la monumentalidad de aceros y maderas pintadas, los relieves suspendidos en plexiglas, integrando la visionaria coherencia de una fuerza creadora singular y única.

Kosice saludó así al nuevo milenio desde esa muestra fundamental. Quedando flotando, por encima de sus imágenes y construcciones, las palabras proféticas: Intentamos liberarnos de todas las ataduras. Integrar todas las artes y poner en circulación la moneda del agua, origen de la vida, fuente energética para la sustentación de las ciudades ocupando el espacio, y aleccionar a las fuerzas gravídicas a favor de una tecnología humanizada. Así, mi planteo es intencionalmente un exceso, con el fin que este esbozo sobre el porvenir de la cultura no sea manipulado como una mera utopía. Tal su pensamiento planetario. Tal su visión porvenirista. 

Hoy, después de monumentos y nuevas realidades concretadas tras incesantes proyectos, Gyula Kosice ha abierto en Buenos Aires las puertas de su museo, remodelando espacios y pisos del taller porteño de la calle Humahuaca. Desde 2005, su obra de opuestos periodos puede abarcarse en una mirada integradora, bellamente integradora. Entretanto, el Museo de Houston, Texas, exhibe un importante número de sus estructuras lumínicas, incorporadas tras una gestión de Mari-Carmen Ramírez, la destacada curadora y teórica portorriqueña. Y el Centro Pompidou de Paris (en el que Jean Cassou adquiriera hace años trabajos suyos con fin patrimonial), programa para los próximos meses del año una individual del artista, así como, por donación del mismo, la incorporación de una veintena de obras del periodo hidroespacial.

© LA GACETA J. M. Taverna Irigoyen - Miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, de la que fue presidente. Miembro de las Asociaciones Argentina e Internacional de Críticos de Arte.



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