Los papás privados de ver a sus hijos piden justicia

Los papás privados de ver a sus hijos piden justicia

Al contrario de lo que se considera común, hay en Tucumán muchos casos de padres que, separados o divorciados, no pueden tener contacto con sus hijos. A veces, dicen, por venganza de sus ex, o porque han formado nueva pareja y no quieren interferencias con el pasado. En el medio de este conflicto están los niños, entre víctimas y rehenes

RECLAMANTES. De izquierda a derecha, Oscar Enrique Sotelo, José Luis Santamarina y Ricardo Alejandro Berreta. LA GACETA / FOTO DE ENRIQUE NGALINDEZ RECLAMANTES. De izquierda a derecha, Oscar Enrique Sotelo, José Luis Santamarina y Ricardo Alejandro Berreta. LA GACETA / FOTO DE ENRIQUE NGALINDEZ
"Lo mejor que podría suceder en mi vida es poder ver a mi hijo Alejandro Ezequiel, en este día; o en su cumpleaños, o en Navidad. Me gustaría llevarlo a la cancha conmigo, o acompañarlo a la escuela". Con angustia y desesperación Ricardo Alejandro Berreta, confesó su drama ante LA GACETA. "Hace dos años que no lo veo, y lo que demora la Justicia es una pérdida para ambos", se lamentó.

Efectivamente, durante este Día del Niño, hay ausencias que duelen, y no hay regalos que valgan más que un encuentro familiar con los seres queridos.

Mientras existen muchas madres que añoran que sus hijos tengan a sus papás cerca, que se hagan cargo y aparezcan de vez en cuando en la vida de sus hijos, también ocurre lo contrario: papás deseosos de poder ser incluidos en la crianza de sus hijos, pero por motivos diversos y aun cuando cumplen con la manutención y demás reglas, pasan años sin poder contactarse con su prole.

Lamentablemente muchos matrimonios o relaciones de pareja no llegan a buen término, y quienes más sufren las consecuencias, son los propios hijos.

El caso de Berreta no es el único. José Luis Santamarina, periodista y escritor, también implora por ver a su hija de seis añitos. "Hace dos años y medio que no sé ni dónde vive. Un día regresé de ver a mi madre en Concepción y mi casa estaba vacía: la madre se la llevó y no puedo saber qué está pasando con la vida de mi hija. Recurrí a la Justicia y no tengo respuesta. Me han inventado muchas historias que fueron archivadas por falta de pruebas; mientras tanto, la relación con mi hija -que era muy buena y de eso pueden dar fe, incluso los vecinos- se ha roto", aseveró.

En ambos casos se reconoce que en este tipo de situaciones, las víctimas son dos: los padres o madres no convivientes, y el hijo, que es rehén del que convive con él.

Berreta dijo que también contra los hombres se cometen delitos de género, como por ejemplo ser amenazados de muerte, y hasta golpeados en público, incluyendo roturas en la vivienda. Además considera que para muchas mujeres que forman nueva pareja, el hecho de que sus hijos tengan que ver a su padre, les resulta difícil de sobrellevar.

"La jueza que entendió en mi caso, me trató poco más que delincuente sin conocer mi historia. Incluso, llegó a ordenar que la primera visita a mi hijo se realice en McDonald's, con una asistente social, la madre de mi hijo y la pareja de esta: un absurdo total", repudió. Por otro lado consignó que los tiempos de la Justicia son tan largos que pueden pasar, fácilmente, más de tres años sin respuesta.

En la web
Mediante una Carta de Lectores que se publicó en LA GACETA en junio pasado, Berreta anunció la creación de una página en internet www.amordepapa.cl, que agrupa a la comunidad de padres que están impedidos de compartir con sus hijos. "Recibí numerosos contactos de personas en igual situación que la nuestra. En Tucumán son muchos los casos, más de lo que uno puede imaginarse", manifestó.

Lo que demandan es el derecho a ejercer el rol de papás. "En Capital Federal existe un movimiento, Los Padres del Obelisco, con persiguen el mismo objetivo. Deben salir a la calle porque consideran que en el Poder Judicial, al igual que en Tucumán, existen prejuicios formados contra los hombres, debido a que históricamente han sido causa de maltrato y violencia de género. Pero nosotros lo vivimos al revés", confesó Berreta.

"También en muchos casos -dijeron-, los padres privados de ver a sus hijos, son víctimas del Síndrome de Alienación Parental (SAP). Consiste en un proceso continuo por el cual se programa a los hijos para que odie a uno de sus padres sin que tenga justificación", explicó Oscar Enrique Sotelo, un papá que después de haber pasado por las más penosas experiencias en la lucha por tener alguna relación con su hijo obtuvo, incluso, la tenencia.

Además de contratar a un abogado, se dedicó él a "pasillear" los Tribunales, a seguir los expedientes. "Creo que lo harté al juez; he perdido dinero, he descuidado mi trabajo de serigrafista, pero no me importó: sólo quería poder estar con mi hijo, y ahora escucho los testimonios de los otros padres y sé cuánto deben sufrir y todo lo que les espera todavía", les advirtió.

Sotelo relató que después de casi dos años, finalmente y en una audiencia en la que el juez había citado a ambos padres y al niño, al pequeño le preguntaron si con quién le gustaría vivir. Respondió "con mi papá". Actualmente viven juntos, con la diferencia de que la madre puede verlo cuando quiera.

"No cometería el error de privar a mi hijo de ver a su madre cuando él lo quiera", explicó.

Los padres argumentan que en muchos casos la Justicia y algunas instituciones, discriminan a los padres. "En muchos casos, la Justicia se venda ambos ojos, y no ve la realidad: padres que aman verdaderamente a sus hijos y quieren cumplir la función de procreadores responsables, aun cuando ya no convivan con ellos. Esto produce mucho daño a la familia y privan a los niños de gozarla en plenitud", dijo con lágrimas en los ojos Ramón Bautista Ingalina, un abuelo que en el Día del Niño, quiso besar a su nieto, y no lo puede hacer.

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