Inundados por nuestra propia basura

Inundados por nuestra propia basura

En lo que va del año se extrajeron 5.000 camionadas de residuos; el 60% son escombros y desperdicios domiciliarios.

PREOCUPADA. María Cristina alza a su hijo Víctor, de tres años, junto al canal que pasa a metros de su casilla. PREOCUPADA. María Cristina alza a su hijo Víctor, de tres años, junto al canal que pasa a metros de su casilla.
26 Noviembre 2011
María Cristina Zolórzano vive con cinco de sus seis hijos en una casilla de chapas oxidadas y plásticos negros a menos de 20 metros del canal. Uno de ellos, Juan Antonio, la ayuda con los alrededor de $60 que gana con el carro que conduce: junta escombros de obras en construcción y basura domiciliaria (ojo: puede ser la mía, la tuya o la de cualquier otro ciudadano) a cambio de dinero. Cuando el dudoso vehículo está repleto regresa a su casa para descargarlo ¿Dónde? En el canal. "No tenemos otro lugar", se disculpa María Cristina. Y aunque suene contradictorio, ahora está asustada: se acerca el verano con sus tormentas y ella teme que los residuos formen diques en el conducto de agua, produzcan desbordes y su familia termine siendo evacuada, como ya les ocurrió en otras ocasiones.

A lo largo de todo el año los canales a cielo abierto que atraviesan la ciudad funcionan como vaciaderos clandestinos de basura que deben ser limpiados constantemente (haya peligro de inundaciones o no). Los números confirman esta afirmación: en 2011, la Municipalidad retiró de estos conductos unos 30.000 metros cúbicos de desperdicios. Para que quede más clara la magnitud del problema, la cifra equivale a 5.000 camionadas, según un informe elaborado por la subsecretaría de Obras Públicas.

María Cristina y sus hijos viven a una cuadra de la Roca, junto al colector Las Américas-Adolfo de la Vega (a la altura de Alsina al 4.100). Hace pocos días ingresaron máquinas y personal municipal e hicieron una limpieza: unos metros al sur de la casilla hay una curva en la que pueden amontonarse los desperdicios, crear un dique y generar desbordes.

Sin embargo, cerca del agua ya hay algunas bolsas, neumáticos y escombros. "Acá también tiramos la basura de nuestras casas, porque los basureros no entran", se queja la mujer. Lo hace debajo de una especie de túnel formado por las ramas entrelazadas de los árboles y que demarca el camino que va de la transitadísima Roca a este corazón de miseria en el que vive su familia.

Cuando los operarios limpian los canales encuentran todo tipo de desperdicios: ramas de árboles, cubiertas de vehículos, chatarra hogareña (como cocinas en desuso), piezas de autos y de motos, animales muertos, escombros y bolsas con residuos domiciliarios, entre otras cosas. Las últimas son de las más problemáticas: taponan los codos y las bocas de los conductos y, cuando aumenta la cantidad de agua causan desbordes.

Es inevitable que a lo largo del año los canales acumulen desperdicios. Pero hay que diferenciarlos. Según el informe de la Municipalidad, el 40% de lo que se retira es barro y malezas. "Es el enlamado que se forma de manera natural; aunque nadie tirara basura habría que retirarlo igual", explica el subsecretario de Obras Públicas, Atilio Belloni. El problema es que el 60 % restante (3.000 camionadas) son desperdicios que arrojan las personas.

"Todo esto es culpa de los carreros, y cuando les pedimos que no tiren, nos amenazan con pegarnos", se lamenta con bronca Mariela Corbalán, cuya casa está junto al canal Alberto Rougés (Alsina al 3.200). Allí flotan los desperdicios. Ella y María Cristina representan las caras opuestas del mismo problema: la infame costumbre de convertir en basurales los canales por los que el agua debería fluir sin obstáculos cuando golpean las tormentas de verano.

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