"En el fondo, la labor de un escritor es muy solitaria e íntima"

"En el fondo, la labor de un escritor es muy solitaria e íntima"

Considerado uno de los mejores escritores jóvenes de la lengua española, el autor de "la hora de los monos" disertó en Tucumán sobre los aspectos de la nueva narrativa.

CERTERO. Falco escribe pensando en el lector. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO CERTERO. Falco escribe pensando en el lector. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
18 Noviembre 2011
Hay muchas formas de hacer literatura. Por lo tanto, hay muchas maneras de ser escritor. La de Federico Falco es, sin duda, revolucionaria. No tanto por la temática que aborda, sino por la manera en que cuenta una historia. "Escribo sobre aquellas cosas que me suceden, a veces tangencialmente. A lo mejor son cosas insignificantes, pero son justamente esas cosas las que me generan inquietud. Me quedan dando vueltas en la cabeza, hasta que llega un momento en que se imponen. En el fondo, la labor del escritor es muy solitaria e íntima", declara.

Considerado uno de los mejores narradores en lengua española, este cordobés de 34 años participó de varias antologías de cuentos y relatos. Su último libro, "La hora de los monos", publicado en 2010, ha recibido las mejores críticas e integra la colección de jóvenes narradores de la editorial Emecé. En Tucumán participó días atrás de un debate sobre la nueva narrativa, organizado por el taller que Maximiliano Tomás dicta en el Centro Cultural Virla.

- ¿Un cuento requiere un proceso de maduración?

- Seguro. Es un proceso muy lento, al que generalmente no le presto mucha atención. Son raras las oportunidades en las que, cuando veo algo, digo: "aquí hay un cuento". Más bien sucede que las cosas que veo van quedando guardadas en mi mente, hasta que finalmente salen y se imponen.

- ¿Y cómo es, en tu caso, ese proceso íntimo y solitario de escribir?

- En general siempre trabajo en una sola historia por vez. Con los años aprendí que hay un momento en el que se debe empezar a escribir. Si uno empieza antes de tiempo, corre el riesgo de arrebatar la historia. Y si se lo hace después, la historia ya deja de importar. Por eso, encontrar el momento justo es la clave. Yo siempre trato de escribir una página, parar y releer. Y cuando hago esta tarea me aíslo: apago teléfonos y no leo los mails.

- ¿Vivís de la literatura?

- No... Ojalá lo hiciera. Además de escribir doy clases y hago trabajos para otros medios.

- ¿Cómo se atrapa al lector en una sociedad donde cada vez es más difícil atraer la atención sobre un texto escrito?

- Lo primero es que la historia me atrape a mí. Es importante pensar en el lector, pero la única manera de saber si lo que escribo lo atraerá realmente es ponerme en su lugar. Una vez concluido el cuento entrego un par de borradores a algunos amigos para que me den su opinión.

- Es decir que lo importante cuando se escribe es pensar en el otro...

- Exacto. Sobre todo cuando se escribe narrativa. Por el contrario, cuando se hace poesía, siempre se está escribiendo para uno mismo. Porque el poeta trata de lidiar consigo mismo; y el lector puede o no entender ese problema. Pero la narrativa es distinta.

- ¿Qué debe tener un cuento perfecto?

- Para mí las cosas más perfectas son las que tienen, paradójicamente, cierta imperfección. Las historias muy pulidas, sin fisuras, me parecen muy aburridas. Prefiero las que tienen alguna hilacha o las que presentan cierta asimetría. Me parece que un cuento perfecto debe contar una buena historia, tener una buena narrativa y, al mismo tiempo, cierto riesgo formal. Todo matizado con mucho humor.

- ¿Qué autores son tus referentes?

- Jerome Salinger, Antón Chéjov, John Cheever, Antonio Di Benedetto (su cuento "Caballo en el salitral" es uno de los que me parece perfecto) y Roberto Bolaño ("Últimos atardeceres en la Tierra", también es perfecto). Siempre vuelvo a todos estos escritores porque al releerlos encuentro cosas nuevas.

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