Una fiesta pastillera con todo el cotillón y muchos invitados

Una fiesta pastillera con todo el cotillón y muchos invitados

Las Pastillas del Abuelo sigue creciendo en convocatoria. Problemas de sonido y una previa demasiado prolongada.

PURA QUIMICA. Los músicos de Las Pastillas del Abuelo tienen buen diálogo entre sí sobre el escenario. LA GACETA PURA QUIMICA. Los músicos de Las Pastillas del Abuelo tienen buen diálogo entre sí sobre el escenario. LA GACETA
20 Junio 2010
Con globos, papelitos y cantitos los tucumanos recibieron a Las Pastillas del Abuelo, que abrió su tercer recital en Tucumán, con casi el doble de público que el anterior, con "Escalera".

El club Floresta fue una caldera de entusiasmo. El público pastillero llegó a la zona temprano, e hizo la previa en las veredas cercanas al estadio. A excepción de la ausencia casi absoluta de banderas (la banda no permite su ingreso por razones de seguridad), la fiesta fue como suele ser en cualquier escenario del país que pisa la banda: con todo.

Sus seguidores son fieles y expresivos. Bailan y saltan sin parar, corean, piden temas, les tiran remeras y trapos a los músicos y responden a los gestos y pedidos del carismático cantante Piti Fernández.

No importó demasiado que el show empezara casi tres horas después de lo anunciado (tiempo durante el que los 14 expendedores de bebidas de la cantina tuvieron que multiplicar sus brazos para satisfacer la demanda).

Los tucumanos cantaron de inicio a fin cada una de las canciones de Las Pastillas, convertidas en clásicos populares, aún cuando el sonido no ayudó a entender a Piti o evitar el acoso de los agudos de las guitarras y el saxo. Es sabido que el tinglado del club causó decenas de ataques de nervios entre sonidistas, pero también es cierto que hubo quienes lograron superar estos avatares.

La banda está girando por el país para despedir su disco "Crisis" y empezar a grabar uno nuevo. Por eso sus canciones, que hablan de cosas comunes a muchos chicos de todo el país (el amor, la amistad, el barrio, la cerveza), son conocidas y disfrutadas.

Y después de haber pasado un buen tiempo preparando un recital acústico que se grabó en vivo en una radio porteña, los músicos estaban desesperados por enchufar sus instrumentos y subir el volumen, según lo había anticipado el violero Fernando Vecchio. Y así lo hicieron. Su rock, lineal en las bases pero con matices que aportan sonidos del ska, la rumba, el reggae y otros estilos, sonó fuerte y potente. La canción "¿Qué es Dios?", dedicada a Diego Maradona, revitalizó el clima de fiesta que se vive en la Argentina por su participación en el Mundial de Fútbol.

Pato Herrera, cantante de La Divina Pierna, cantó con ellos como invitado, al igual que en sus anteriores visitas a Tucumán, y los últimos cuatro temas sumó su voz a la de Piti en el cierre fiestero del show, que se extendió por casi dos horas y media.

Abajo y arriba del escenario, los músicos se mimetizan con su público. Parecen uno más, y eso sus seguidores (mayoritariamente sub 30, adolescentes y muchos niños), lo pagan con devoción. Las pastillas, en Tucumán como en el resto del país, sigue creciendo como ningún otro grupo nacido en la última década.

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