Trabajos en La Ciudadela

Trabajos en La Ciudadela

En 1816, Belgrano instaló allí los cuarteles militares. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

LA CIUDADELA. Silueta de la fortaleza construida al sur de nuestra ciudad, dibujada en un expediente sobre linderos de 1855. LA CIUDADELA. Silueta de la fortaleza construida al sur de nuestra ciudad, dibujada en un expediente sobre linderos de 1855.
14 Mayo 2009
El general Gregorio Aráoz de La Madrid (1795-1857) en sus "Observaciones póstumas", dedica varios párrafos a la fortificación conocida como La Ciudadela, cuya construcción inició  San Martín -y no llegó a terminar totalmente- en 1814, en la zona de la actual plaza Belgrano.
Cuenta que en 1816, cuando Belgrano se hizo cargo otra vez del Ejército del Norte, "regresó con este a Tucumán y mandó que se alojasen todos los cuerpos dentro de la principiada Ciudadela, que está como a diez cuadras al sud-sudoeste del pueblo".
Añade: "muy pronto comenzaron todos los jefes de los cuerpos a levantar tapiales con la tropa para construir sus cuarteles". En nota al pie, La Madrid explica que los tapiales "se construyen de tierra, y a fuerza de pisón, entre dos largos tablones y con sus correspondientes compuertas, y forman unas paredes muy sólidas".
El gobernador Bernabé Aráoz, dice, "nos facilitó al momento todas las maderas y paja necesarias para techarlos, por medio de las milicias que las conducían en carreta desde la campaña".
Se enorgullece La Madrid de que el cuerpo a sus órdenes "era de hombres todos del país (o sea tucumanos) y tenía en él jóvenes inteligentes, tanto para construir los tapiales como para enmaderar y techar los galpones". Por eso el suyo fue "el más alto cuartel y el mejor techado".
Recuerda que, simultáneamente, Belgrano "mandó también trabajar una casa a inmediaciones de La Ciudadela y se estableció en ella". Agrega: "fue tal su empeño en moralizar el Ejército, que dispuso hubieran ejercicios diarios, tarde y mañana por cuerpos, y ejercicios generales dos veces en la semana". También, "que concurriesen a su casa todos los jefes, en los días festivos, a una academia".
En ella no sólo se uniformaban las voces de mando, sino se daba a cada uno ocasión para "hacer las observaciones que quisiera". Además, "instituyó una academia para todos los cadetes del Ejército, y la cual fue encomendada, si mal no me acuerdo, al señor (Felipe) Bertrés, ingeniero del Ejército". En cuanto los demás cuerpos de caballería, "pasaron a situarse en el convento de los Lules".

Tamaño texto
Comentarios