El intervencionismo estatal

El intervencionismo estatal

Punto de vista. Por Orlando Ferrerés - Ex viceministro de Economía de la Nación.

03 Marzo 2009
En momentos en que algunos sectores parecen haber redescubierto el intervencionismo estatal y lo presentan como la nueva panacea, es más oportuno que nunca recordar el peso que ha tenido el sector público en la Argentina y las consecuencias nefastas de su sobredimensionamiento. El problema básico del país es el gasto público excesivo, que lo lleva hacia crisis recurrentes.
Por lo tanto, la clave para los próximos años es poder hacer un sector público más chico, que sea más sólido, que se ocupe de la Policía, de la Justicia, con un sistema educativo que funcione, moderno y para educar para el siglo XXI y no para el siglo XIX, con fuerzas de seguridad mejores, más rápidas y con más inteligencia. Sin esto, es imposible pensar la Argentina del futuro.
Desde que hay un sector público grande (desde 1930 en adelante), la Argentina no ha hecho más que retroceder en el mundo. De ser el octavo país en 1910 estaremos en la posición 45 o 50 para 2010. Esto se debe a la interferencia monstruosa de este Estado que cada tanto, cuando viene una crisis, no tiene recursos, va y expropia el ahorro donde lo encuentra. Si lo halla en los bancos, lo expropia en los bancos como hizo en 2001. Y ahora fue el turno de los fondos privados en las AFJP. Al absorber todo el ahorro para sus gastos corrientes y transformar la riqueza en burocracia, es como que el Estado transforma el oro en barro. El Estado argentino es un gran transformador improductivo del país que lo tira para atrás continuamente. Por lo tanto, un drama nuestro es hacer un sector público integrado, más chico pero más potente.
Este es un punto que hay que resolver. En todo el mundo, los estados ayudan a los ahorristas para que no pierdan; en la Argentina son expropiados para ayudar al Estado. Todo gira en torno a este punto central de la vida argentina en los últimos 70 años. Esto no se ha podido arreglar y mientras eso no suceda, el país no va a andar.
Una vez que se resuelva esto, hay que trabajar sobre los sectores en los que la Argentina puede ser rentable. El sistema financiero viene por encima de todos porque es el corazón de cualquier sistema económico. Tiene que ser ágil, con bancos y mercados de capitales que funcionen con eficiencia, sin encarecer el crédito. Otros sectores claves son el agropecuario, energético, turístico y cultural. En esto tenemos más capacidad competitiva en el mundo. Si queremos insistir con sectores cuyo tipo de cambio debe ser siempre muy alto para que puedan sobrevivir tampoco va a funcionar.
Cuando se identifica a los sectores que pueden ser exitosos hay que hacer lo mismo que Brasil. Hace 15 o 20 años identificaron que la ganadería, que estaba muy poco desarrollada, tenía un potencial importante, y empezaron a dar créditos, subsidios, financiaron viajes al exterior a los productores para estudiar nuevas tecnologías de producción.
De importar 60.000 toneladas de carne (de Argentina) pasaron a exportar 2,1 millones de toneladas al mundo. Vemos un ejemplo de lo que hay que hacer tomado de un país vecino, al que siempre miramos por encima del hombro, pero que nos está superando en todo. Hay que transformar esta ventaja comparativa que hoy podrían tener determinados sectores en ventajas competitivas. Para eso hay que darles todos los recursos que hagan falta para que dominen su mercado en el mundo entero. También hay que tener en cuenta que hoy hay U$S 230 mil millones de inversiones argentinas en el exterior haciendo producir fuera del país a otra Argentina.
Si lográramos traer todo ese capital al país sería como duplicar la producción en pocos años. Este dinero podría volver si supiésemos que el Estado va a ser chico. Además, si se garantizara una plena seguridad jurídica y las condiciones atractivas y de confianza que tienen los países a los cuales va el dinero de los argentinos. Caso contrario, el blanqueo y los cantos de sirena o amenazas que se hagan desde el gobierno de turno, no van a funcionar.
Con la crisis financiera global, posiblemente se habrá perdido un 20% de esos fondos, pero aun así es más del 70% del capital reproductivo neto de Argentina.
Estos son los desafíos para los cuales tenemos que unirnos mucha gente de los distintos partidos políticos y de distintas orientaciones, del campo y de la industria, entre otras; no con afán de lobby, sino con el de construir el país con lo que sea posible y hacer un plan de desarrollo inclusivo que contemple todas las limitaciones que nos impone el mundo, que tome en cuenta que el crecimiento es un target móvil que va cambiando.
Hay que proyectar dónde queremos estar en 2020 o 2025 y apuntar a eso. Si, por el contrario, la mirada está puesta en el cortísimo plazo de octubre de 2009 y para ello confiscamos las AFJP o nos quedamos con la renta del campo, en el mediano o largo plazo se producirá un derrumbe mayor. Podemos evitarlo.

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