Magníficas randas tucumanas

Magníficas randas tucumanas

Germán Burmeister hizo un elogio entusiasta en 1859. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

ARTESANIA SECULAR. En la década de 1960, se tomó esta fotografía de una randera tucumana ejecutando su artístico trabajo. ARTESANIA SECULAR. En la década de 1960, se tomó esta fotografía de una randera tucumana ejecutando su artístico trabajo.
19 Diciembre 2008

Al escribir las impresiones de su larga visita a Tucumán de 1859, el sabio Germán Burmeister (1807-1892) dedicó varios párrafos del libro “Viaje por los Estados del Plata”, a la artesanía de las randas.
Destacó que estas piezas “confeccionadas en su mayor parte por jóvenes de la clase media, acusan mucho sentido artístico y una habilidad realmente extraordinaria”.
Las describía como “puntillas del ancho de una mano o aún más angostas, que se emplean para adornar la ropa interior de señora, principalmente las camisas y enaguas, cuya elegancia se aprecia mucho”.
Las puntillas pueden confeccionarse “de una vez, extendiendo sobre un bastidor hilos finos en determinadas direcciones y tejiendo entre estos el dibujo con aguja”. O también “tomando un trozo de género fino de hilo, del que se sacan o tiran los hilos de una dirección y se teje el dibujo con la aguja en los que quedan, de otra dirección”.
Esta última clase de randa, decía, “es la más artística, elegante y cara: la otra no la iguala, aún cuando también se confecciona en modelos muy lindos”.
Informaba que era costumbre “formar delicados tules y chales, combinando randas de hasta un pie de ancho: también suelen decorarse con éstas los extremos de las fundas de las almohadas, las toallas y los pañuelos”.
El precio de las puntillas, naturalmente, dependía de su tamaño y su calidad. “Un chal elegante vale de 2 a 3 onzas; el adorno sencillo de una enagua con una randa del ancho de una mano cuesta 5 pesos; el de una camisa, con su borde superior, 3 pesos; pero hay labores muy finas de esta clase que valen el doble”.
Informaba Burmeister que “Tucumán produce lo mejor en puntillas, con las que comercia con Chile; después sigue Córdoba, que con preferencia manda sus productos a Buenos Aires”.
El viajero elogiaba sin reservas estas artesanías que “atestiguan un gusto artístico singular y una constancia y paciencia especial”.
Burmeister afirmaba que “en Europa no se podrían hacer mejores, y no creo que puedan igualarse las de otra parte con las mejores de aquí”.

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