Juntos por el Cambio (JxC), el sector más numeroso de la oposición tucumana, termina el año con algunas definiciones de las que se habla puertas afuera. Las formas se cuidan en público y las convocatorias a la unidad se multiplican en boca de los diferentes representantes. Si bien en política las certezas de hoy pueden ser las dudas de mañana, la foto actual de los disidentes muestra dos situaciones: no habrá internas, ni abiertas ni cerradas, y llegarán por separado a las elecciones del 14 de mayo. Técnicamente esto implicaría una ruptura de la unicidad, al menos formal, que habían logrado en las elecciones nacionales pasadas. En las elecciones de diputados y senadores los grupos dirimieron diferencias en las PASO y llegaron a las generales con una nómina combinada.

La desconfianza reinó y las dudas sobre si vencedores y vencidos habían trabajado a pleno el día de la elección bulleron en los búnkers y en el análisis posterior de los resultados. Se repite que las urnas ordenan las diferencias y las apetencias, pero el proceso de conformación hacia 2023 se estancó. Ninguno de los referentes emergentes lideró el armado como conjunto: construyeron mucho, pero por separado. Si bien hubo intentos de acercamiento, fueron pocos e infructuosos.

Son múltiples los factores que han incidido para que no se logre el acuerdo por una fórmula “ideal” para la gobernación que reúna al diputado Roberto Sánchez y al intendente capitalino Germán Alfaro. Desde todos los sectores reconocen que es muy difícil acercarse al oficialismo provincial sin ambos en la misma boleta.

Sánchez y Alfaro son agua y aceite: no se entienden, no se tienen confianza, y no miran ni ejercen la política del mismo modo. No conversan, no negocian y ninguno está dispuesto a deponer intenciones. Los entornos de uno y otro tampoco han aportado demasiado a la empresa de la unidad. En las dos facciones están convencidos de que cuentan con el “caballo ganador” y, también por intereses particulares, no están dispuestos a ceder ni a permitir que se ceda.

Los dos sectores hicieron movimientos fuertes e intentan seguir sumando aliados para fortalecerse. Los actores minoritarios se agarran la cabeza porque pasaron de estar totalmente relegados a tener que pararse en un escenario de separación que no les conviene porque es probable que haya espacios en las listas principales para pocos y acoples para muchos. Desde las dos líneas aseguran que pueden haber definiciones del armado y de la campaña durante los primeros 15 días de enero.

Son varios los que celebran el presente de JxC. En la Casa de Gobierno sonríen. Pudieron capitalizar los resultados de la feroz interna entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo y ya tienen un postulante a la gobernación no sólo instalado y en campaña, sino que además ejerce la gobernación. Si la Justicia lo habilita, también cuentan con el vice, Manzur, que está sentado nada menos que en la Rosada. Además, pudieron generar ruidos entre Sánchez y Alfaro. Recibiendo a Sánchez y confrontando con Alfaro. Puertas adentro del PJ dicen que el principal rival en las encuestas es Sánchez, pero en lo político el rival a neutralizar es Alfaro. Siguen con cuidado los números del concepcionense, pero creen que la mayor “capacidad de daño”, es decir, quien puede intentar sacarles votos es el capitalino. Les irrita que Alfaro, de cuna peronista, emplee las mismas armas que ellos. Se han enfocado, por ejemplo, en un robo hormiga de dirigentes que trabajaban con el alfarismo. Pretenden instalar que Sánchez es competitivo, pero inocuo y que Alfaro está “solo y vencido”.

Otros actores que podrían beneficiarse con la dispersión de JxC son los opositores que jugarán solos, es decir, que no llevarán acoples ni harán alianzas, y que pueden atraer votantes de ese espacio, como Fuerza Republicana o el Frente Amplio.

En ambas veredas

En el alfarismo consideran que hicieron todo para lograr un acuerdo. Ven casi imposible que prospere su propuesta para una elección interna. Sucede que para que eso suceda se necesitan cerca de 60 días, porque se trata de un proceso que, mínimo, debería tener un cronograma electoral que se active en enero. Aseguran que no hay tiempo hasta marzo, como afirman desde el radicalismo, y que esto demuestra que la voluntad política es que no se celebren.

Sostienen que su líder es el más capacitado para gobernar y creen que contar con el apoyo de Horacio Rodríguez Larreta podría ser fundamental. El Jefe de Gobierno porteño se perfila en el ámbito nacional como uno de los favoritos para pelear por la presidencia. Creen que podría llegarse a una conciliación, siempre y cuando haya algún tipo de intervención de las autoridades nacionales de JxC.

Cuestionan que el radicalismo haya “repartido el poder antes de tenerlo” y lamentan que no pretendan ir a internas. Advierten que no quieren someterse a ese proceso porque saben que Alfaro puede dejarlos afuera en esa instancia y que ellos podrían, en cambio, imponerse en la general.

Mientras, Alfaro no paró de recorrer el interior y apostó a su gestión para la campaña. Hay un convencimiento de que terminarán quedándose con el sello de JxC y que el radicalismo y sus aliados irán por fuera.

Retener el municipio es un asunto que desvela. Saben que la división plantea un panorama muy difícil. Analizan nuevas figuras como posibles postulantes a la sucesión, más allá de los nombres de su propio armado.

En el radicalismo también consideran que hicieron todo para alcanzar un acuerdo. recuerdan que ofrecieron la vicegobernación y la Capital a Alfaro. Remarcan que pudieron sumar a otros sectores fuertes como los de los radicales Silvia Elías y José Cano, a Sebastián Salazar y a CREO, que tenía la tercera opción de JxC para la Casa de Gobierno (Sebastián Murga). Adelantan que estarían en conversaciones avanzadas con el PRO. En este punto hay disidencia, porque en el alfarismo aseguran lo mismo, a partir de la relación con Rodríguez Larreta.

La fórmula Sánchez-Murga continúa encabezando actos y lanzando alternativas para distintas intendencias. De acuerdo con los planes, confían en que les iría excelente en la sección Capital con el radicalismo, donde está el núcleo de votantes de JxC y en la Oeste, con Sánchez y Campero. Mientras, esperan crecer en el esquivo Este con Salazar a la cabeza.

Están convencidos de que Alfaro va por los votos del peronismo. Ellos, en tanto, prevén “pescar” en otras lagunas de votantes. En los próximos días podrían haber algunas acciones para acercarse a la centro derecha y más específicamente a sectores del Ejército.

Apuestan a que la figura de Sánchez seguirá creciendo y que la elección se provincializará y tendrá matices locales. A diferencia del PJS, no quieren saber nada con una mediación nacional. No les parece descabellado, de hecho, que JxC llegue “abierto” a los comicios de mayo. Esto implicaría que se presenten dispersos en varios partidos cambiemistas y no como un sólo frente, y que luego puedan reagruparse para las nacionales.

La foto de JxC es esta hoy. Los primeros días del mes que comienza serán clave para ver si el camino es la dispersión o la difícil unidad.