La Argentina se encamina hacia una inflación de tres dígitos, un hecho que no se registraba, al menos, durante las últimas tres décadas. La dinámica de los precios no terminó. La población aguarda las facturas de los servicios de electricidad y de gas para saber cuánto impactó la segmentación tarifaria y, así, establecer el sendero de subas que se observará hasta enero de 2023, por ese lado.

Mientras tanto, los alimentos no dejan de encarecerse. El rubro alimentos y bebidas subió un 7,7% en lo que va de septiembre, según la consultora LCG, lo que consolida las estimaciones respecto de que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) seguirá este mes por encima del 6% mensual.

Durante la tercera semana del noveno mes del año, los alimentos aumentaron 2,8% y eso impactará directamente en la curva de reajustes de la canasta básica, indicó LCG. Un dato para tener en cuenta es que el Indec difundirá el miércoles la Incidencia de la Pobreza y la Indigencia en los 31 aglomerados urbanos, correspondiente al primer semestre del año.

Hasta agosto, la inflación acumuló 56,4%, con una variación interanual no vista en 30 años (78,5% interanual). Además, cobró una dinámica ascendente a lo largo del 5,1% promedio en el primer trimestre a 5,4% en el segundo, y se ubicaría en 7,1% en el tercero, según la consultora Ecolatina. Pero el impacto de ese aumento sostenido de precios no fue igual entre las clases sociales, tomando como referencia la clásica pirámide socioeconómica.

Necesidades

Si el análisis parte de la premisa ¿en qué gasta cada familia?, puede decirse que los sectores de menores recursos se ven más afectados por la dinámica de los precios de alimentos que el resto, ya que destinan una mayor porción de su ingreso a satisfacer estos consumos de primera necesidad.

Por el contrario, las familias más ricas gastan más en bienes de segunda necesidad, como pueden ser artículos para el hogar, educación y esparcimiento, entre otros.

Ecolatina utiliza la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) del Indec, para calcular el impacto inflacionario y considerando no sólo los niveles de ingresos, sino también heterogeneidades regionales. Para ello, se divide a las familias en deciles, siendo el primero para las familias con menores ingresos y el décimo para las que tienen mayores ingresos.

La aceleración en los precios de los alimentos volvió más regresiva a la dinámica inflacionaria, afectando en mayor medida relativa a los sectores de menores recursos. Así, la inflación acumulada del decil más pobre fue mayor a la del decil más rico en el comienzo de 2022 (para el primer cuatrimestre fue 23,8% para el decil 1 y 22,5% para el 10).

En el segundo cuatrimestre, en 3 de los 4 meses los alimentos subieron por debajo del nivel general, ubicándose casi 1 punto porcentual por debajo del promedio mensual general. “Esto se dio por un menor crecimiento en alimentos (pasaron de promediar 6,3% en los primeros cuatro meses a 5,5% en los segundos); pero también por una aceleración de otros capítulos que incidieron más en el nivel general, como es el caso de combustibles, prepagas y de algunos bienes con un gran componente importado (como electrodomésticos y electrónica)”, expresa el reporte de Ecolatina al que accedió LA GACETA.

Esta menor evolución de los alimentos, contenida principalmente por una mayor parsimonia en el precio de la carne la carne, favoreció relativamente más a los sectores de menores recursos. Por eso, el proceso inflacionario cobró un carácter más progresivo, donde la inflación acumulada del decil más rico fue mayor a la del decil pobre (1 punto de diferencia).

Por lo tanto, en el acumulado del año estas dos evoluciones se compensan hasta el momento. El decil 1 acumula una inflación de 55,6%, mientras que el decil 10 suma 55,1%. “Gracias a la dinámica de los últimos meses, la brecha de la inflación entre el decil 1 y el decil 10 no es mayor a la de principio de año.

Más aún, si se divide a los hogares en dos, los más pobres acumulan en promedio 55% de inflación, prácticamente lo mismo que la mitad más favorecida (+54,9%)”, acota el diagnóstico privado.

¿Cómo terminará el año?

En las últimas semanas, el Gobierno nacional adoptó medidas que podrían acentuar el carácter progresivo de la inflación, como es el caso de la segmentación de los subsidios a las tarifas de servicios públicos por niveles de ingreso que implicará mantener el subsidio a los deciles de menores ingresos. Ecolatina plantea varios escenarios en ese sentido:

-Para las familias de mayores ingresos, que gastan en promedio 7% de su canasta de consumo en gas, electricidad y agua -mientras que las de menores ingresos gastan 11% en promedio-, impactarán en mayor medida los aumentos de estos servicios en septiembre (gas 10,6% y electricidad 20,6%) y noviembre (gas 12%, electricidad 27% y agua 56%).

-En igual sentido, continuará la ronda de actualizaciones en las cuotas de prepagas, con subas del 10,5% en octubre y diciembre, incidiendo más en los deciles más ricos, en tanto gastan una proporción mayor de su ingreso en este rubro (4,4% de la canasta en el decil 10 y 0,5% en el 1).

-La decisión del Banco Central de profundizar las restricciones a las importaciones, con un impacto directo en el nivel de precios de aquellos bienes con mayor componente importado (electrodomésticos y electrónica de consumo, maquinaria, vehículos, motos) afecta más a los hogares de mayores recursos, quienes destinan a este tipo de bienes una mayor proporción de su gasto -por ejemplo, la categoría Equipamiento y mantenimiento del hogar ocupa el 8% de la canasta del decil más rico, y 4,1% de la canasta del más pobre-.

La convivencia de los dos factores mencionados (el nuevo esquema de tarifas y las mayores restricciones a las importaciones) tendería a mitigar el impacto regresivo de la inflación en lo que queda del año. No obstante, dada la inestabilidad del proceso inflacionario, el endeble escenario macroeconómico, un esquema cambiario que podría sufrir modificaciones y ciertos precios de alimentos que han quedado rezagados (como el caso de la carne vacuna), los riesgos de una nueva aceleración de alimentos -creciendo por encima del Nivel General- siguen latentes y podrían actuar como contrapeso, finaliza Ecolatina.