La decisión del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) de prohibir el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas, especialmente de aquellas expresiones que contienen la "e", la "x" o el "@", generó un gran debate en la comunidad educativa y a nivel político. Voces a favor y en contra salieron a la palestra para fijar su postura.

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La medida -argumentaron desde el gabinete de Horacio Rodríguez Larreta- tiene como objetivo eliminar las barreras y distorsiones del lenguaje tanto en la enseñanza de parte de los docentes, como en las comunicaciones con las familias y en los carteles que se encuentran en los establecimientos.

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La discusión por esta controvertida medida también se instaló en Tucumán. El ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, tomó distancia de la resolución adoptada en Capital Federal. "El lenguaje refleja momentos. Hay un mundo más inclusivo y eso debe ser respetado. Nosotros vamos a continuar con nuestras políticas inclusivas", afirmó en diálogo con periodistas.

"En Tucumán también tenemos que prohibir el lenguaje inclusivo", expresó Nadima Pecci

En tanto, desde la oposición, la legisladora Nadima Pecci se mostró a favor de imitar la norma. "Tenemos que prohibir el lenguaje inclusivo", opinó y recordó que durante el período legislativo 2021, había presentado un proyecto de ley en esta línea.

Más allá de la controversia que genera en nuestra sociedad, debido a cuestiones culturales e ideológicas, el lenguaje inclusivo sería sumamente enriquecedor analizar el impacto del mismo en el proceso educativo. LA GACETA consultó con especialistas en la materia que brindaron su mirada sobre el tema.

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"La escuela históricamente ha manejado un lenguaje universal que es entendido y compartido por todos. Si nos remitimos a este ámbito escolar que tiene como objetivo formar qué hacemos con los alumnos que desconocen y con los que conocen el lenguaje inclusivo", analizó la psicopedagoga Silvia Bono.

Y prosiguió: "Tendríamos dos estratos que tienen como denominador común, que no tienen una conciencia real sobre de qué se trata este lenguaje. Esto se debe a que no se ha profundizado sobre sí, verdaderamente estamos incluyendo con su incorporación".

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Desde esta perspectiva, según consideró la experta, la distorsiones lingüísticas no son recomendables ante las falencias que presenta el sistema educativo actual, aunque reconoce que no hay estudios aún sobre su impacto.

"Podría  producirse un bache o vacío en el proceso de aprendizaje que tiene como consecuencia una mala comprensión de texto, un lenguaje mal hablado o los modismos. Entonces dejamos de hablar de formar y pasamos a hablar de deformar", opinó.

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El lenguaje inclusivo nació con la finalidad de integrar a esa parte de la sociedad que no se identifica con el género masculino o femenino. La psicopedagoga Natalia Jiménez Terán consideró que este fin es sumamente noble, pero emplazó a prestar atención a las barreras que se podrían producir a la hora del aprendizaje de las reglas gramaticales básicas de la lengua.

"En nuestro país tenemos graves problemas de comprensión. Incorporarlo podría eventualmente tener un impacto negativo y se podría producir una exclusión de aquellos estudiantes que manifiestan problemas en el aprendizaje", explicó.

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La profesional, especializada en neurociencias, sostuvo que el término inclusión no debe limitarse sólo al lenguaje. "Estoy convencida de que se puede cumplir con el propósito de la inclusión desde otro lugar. Articulando un trabajo conjunto entre las escuelas, los padres y los niños. Fomentando el respeto y la integración", emplazó.

Lenguaje inclusivo.

Repensar

Las discusiones y debates en torno al lenguaje no son una novedad o un descubrimiento de nuestra época. Ya que este es dinámico y se encuentra en constante cambio, aunque no lo percibamos. Carlos Castilla, filólogo y experto en lingüística, propuso pensar al lenguaje no sólo como un instrumento de comunicación, sino también como un código ideológico y político.

"Si tomamos una posición gramatical normativa, obviamente cualquier innovación la vamos a ver como una perturbación. Desde un escenario político-ideológico vamos a poder apreciar una señal que está dando cuenta de un sector minorizado que está buscando deconstruir o que la lengua que hablan los represente", señaló.

El profesor universitario consideró, además, que las polémicas que envuelven tradicionalmente al lenguaje tiene su base en que es una institución social que tiene una fuerza "aglutinante" y "estructurante" de la comunidad.

"Una lengua que no cambia esta condenada a morir para que surja otra nueva. A lo largo de la historia en distintos momentos había palabras que cambiaron de género. Por ejemplo: en el siglo XI o XII se usaba el femenino para los sustantivos terminados en "or" o "ar". Que la palabra cambie el género gramatical no es un problema para el lenguaje. Nosotros en la vida cotidiana decimos "la sartén" y es "el sartén" y nadie se horroriza", recordó.

Por último, Castilla expresó que el lenguaje es tan rico que no se lo puede reducir al género masculino y femenino. "Tiene muchos matices. Creo que el problema radicado en que todavía no están preparadas para admitir esta diversidad. Cuando esté preparada, el tema del lenguaje será secundario", concluyó.

Producción periodística de Nicolás Córdoba