Mientras las Naciones Unidas intentan negociar una camino para el grano procedente de Ucrania y, calmar el temor a una crisis alimentaria mundial, cientos de minas en el Mar Negro presentan una pesadilla práctica que tardará meses en resolverse incluso tras un acuerdo.

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El Mar Negro es crucial para el envío de grano, petróleo y productos derivados. Sus aguas son compartidas por Bulgaria, Rumania, Georgia y Turquía, además de Ucrania y Rusia.

Funcionarios del gobierno ucraniano, el cuarto exportador del mundo de granos antes de la invasión de Rusia, calculan que 20 millones de toneladas del producto no pueden salir.

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Kiev y los líderes occidentales acusan a Moscú de militarizar el suministro de alimentos bloqueando los puertos ucranianos. Rusia ha dicho que quiere que se levanten las sanciones occidentales como parte de cualquier acuerdo que permita el flujo de las exportaciones.

Pero incluso si se llega a un acuerdo y los puertos ucranianos pueden reabrir, el peligro de las minas marinas colocadas por Ucrania y Rusia retendría los envíos probablemente durante meses, según funcionarios marítimos.

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"Se han colocado minas marinas en los accesos a los puertos y algunas salidas están bloqueadas por barcazas y grúas hundidas", dijo un portavoz de la Organización Marítima Internacional, uno de los organismos que trabajan para establecer el paso marítimo de los suministros de grano. "Eliminar por completo las minas marinas en las zonas portuarias llevaría varios meses".