“Cuando el dinero encuentra su destino, no haces preguntas”

Frank Underwood en “House of Cards”

Mucho más allá

“Cuatro meses atrás hubiéramos hablado de la Argentina. Hoy tenemos que hablar del mundo. Estados Unidos tiene una inflación mayorista del 8,6% anual”, señalaba el Profesor Juan Carlos de Pablo en una charla brindada a la comunidad financiera.  Su preocupación va en línea con el pensamiento la de los principales referentes a nivel mundial.

El mismísimo Jerome Powell, Presidente de la Reserva Federal de EEUU, alborotó a los mercados al señalar que “Es un buen momento de retirar la palabra “transitoria” al hablar de inflación”.  El cambio de tono tiene sentido: el pasado viernes la aceleración de los precios minoristas tocó niveles máximos de las últimas cuatro décadas.

Es tan fuerte el fenómeno inflacionario que la cadena estadounidense “Dollar Tree”, conocida por vender productos por U$S 1 o menos, decidió aumentar su precio de referencia a U$S 1,25 poniendo fin a 35 años de estabilidad.

Cuando la tasa de interés se encuentra por debajo de la tasa de inflación, la situación se vuelve problemática. Debilita a la moneda de referencia. Por citar un ejemplo, desde 2008 el dólar cash perdió un 24% de su poder de compra. En la actualidad, mientras la inflación minorista está en 6,8%, la tasa de interés en EEUU se ubica en el rango de 0 a 0,25%. En 1982, para niveles similares de inflación, la tasa de referencia varió entre un 8,5% y 15%.

La escalada de precios responde no solo al exceso de oferta de dinero. A la masiva inyección de liquidez propiciada por los Bancos Centrales, se sumó la dificultad de regularizar las cadenas de suministro producto de la pandemia.

Inflación + Estancamiento Económico = Estanflación

Con la aparición de las vacunas y la reapertura de las economías, la pandemia parecía haber desaparecido. La “nueva normalidad” se instauró definitivamente como parte de un estilo de vida que de a poco se iba recuperando. Sin embargo, el surgimiento de una nueva variante del virus fue la excusa perfecta para acentuar los temores de un mercado inflado con anabólicos.

El “riesgo” Ómicron en un principio podría pensarse como deflacionario al deprimir la demanda. Sin embargo, podría también afectar la oferta al producir el cierre de las plantas cortando nuevamente la cadena de suministro. La presión alcista en los precios de la economía producto de la escasez de oferta de bienes.

Combatir la inflación sería menos ambicioso de ser éste el único objetivo de la Reserva Federal. En su carta orgánica, la FED establece que “los objetivos de esta institución son promover el máximo empleo, la estabilidad en los precios y las tasas de interés moderadas de largo plazo”. “Para la estanflación, instrumentos únicos de política económica no alcanzan”, remata en su presentación el Profe de Pablo.

La incertidumbre es alta. Los miedos y las esperanzas se alternan a medida que van surgiendo nuevos datos que fuerzan a revisar la estrategia previamente definida. Los mercados, erráticos, acompañan el sentimiento del inversor.

Planificar para construir el legado

Dentro de este contexto, todo ahorrista que decida convertirse en inversor, deberá planificar su portafolio 2022 con el objetivo de afrontar diversas necesidades. Por un lado, cubrir la liquidez necesaria para cumplir con las obligaciones de corto plazo. Por otro y mucho más desafiante, buscará atender las necesidades de atesoramiento y principalmente de trasferencia de patrimonio a las próximas generaciones. En un país sin moneda como el nuestro, construir un legado económico puede parecer una quimera. En el primer mundo, la planificación patrimonial toma varias décadas. Empezar de a poco y con tiempo, pareciera ser una buena idea.

¿Hacia dónde irán los flujos en 2022?

2022 será un año en el que el mundo probablemente atraviese alta inflación durante los primeros seis meses. Ello obliga a los inversores a tomar riesgos a fines de mantener cierta rentabilidad en su portafolio. Con un mundo de tasas reales negativas, las acciones serán las favoritas por sobre los instrumentos de renta fija (bonos). Acciones cíclicas, empresas financieras, commodities y energía, suelen ser buenas apuestas en contextos inflacionarios y de alta actividad económica.

Hacia la segunda mitad del año, a medida que se consolide el proceso de subas de tasas de interés y por ende comience a enfriarse la actividad económica en Estados Unidos, lo ideal sería posicionarse en acciones de tipo más defensivo.  El consenso de analistas posiciona al sector de cuidados de la salud como uno de sus grandes favoritos. Según una encuesta llevada a cabo por el banco UBS, el 67% de los inversores planea agregar a su portafolio este tipo de activos durante los próximos seis meses. Se trata de un sector que está subvaluado al compararlo con su desempeño histórico y que, debido a las características de reversión de la pirámide poblacional y aumento de la tecnología, ofrece atractivas oportunidades de crecimiento a largo plazo.

Inflación y desaceleración de la economía deberán reevaluarse permanentemente. Ello obligará a reposicionar el destino de las inversiones no haciendo oídos sordos a los movimientos de los grandes flujos de dinero.