La necesidad de lograr la neutralidad de carbono para el año 2050, a fin de alcanzar las metas definidas en el Acuerdo de París de 2015 -con el objetivo de mitigar las peores consecuencias del cambio climático-, exige que el aumento de la temperatura media mundial no supere el 1,5 º C hasta fin de siglo, respecto del nivel preindustrial. “Para ello, las emisiones deberían mantenerse por debajo de las 25 GtCO2 eq/año en 2030”, explicó Marcelo Ruiz, director Asistente en Tecnología Industrial de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) durante su disertación en la jornada virtual denominada Bioenergía en el contexto del cambio climático: situación mundial y local.

“Esto implica quintuplicar los compromisos de reducción de emisiones asumidos en el Acuerdo de París, lo cual hace evidente la necesidad de una transformación profunda en el corto plazo de todos los sectores productivos y, en particular, en el sector energético”, añadió Ruiz.

Recalcó, además que ello significa descarbonizar rápidamente el sistema energético mundial, con un aumento de la eficiencia energética y la reducción del consumo total de energía, al tiempo que se garantiza el acceso a una energía asequible, fiable y sostenible para todos, así como la protección del capital natural que sustenta la vida en la Tierra.

De la jornada participaron como disertantes Santiago Paz Brühl, asesor en temáticas bioenergéticas y miembro en Comisión Asesora Vitalicia de la Fundación Miguel Lillo, y Alfredo Montalván, secretario de Medio Ambiente de la provincia.

Ejes

Paz Brühl expuso sobre la contribución a la mitigación del cambio climático a partir de la bioenergía. Afirmó que para que ocurra esto deben darse ciertas cuestiones que son importante mencionar.

• La crisis climática es real. Sin respuestas acordes nos encaminamos hacia un desastre seguro.

• El creciente uso energético de carbono fósil a partir de la era industrial es la principal causa.

• Las bioenergías obtenidas a partir de la caña de azúcar son una excelente alternativa de carbono neutro para sustituir y evitar emisiones fósiles en los tres principales segmentos del uso energético: generación eléctrica, movilidad y uso industrial.

• Las propuestas de mitigación del cambio climático de la Argentina son incongruentes con los compromisos asumidos y con la realidad del país. La disminución de emisiones por 40 MtCO2e para 2030 choca contra un posible aumento de 20 MtCO2e en el segmento de movilidad, a raíz del crecimiento estimado de demanda y del recorte aplicado en la nueva Ley de Biocombustibles.

• Las energías de carbono neutro aportadas por una hectárea de caña de azúcar a lo largo de 10 años evitan emisiones equivalentes a todo el carbono retenido en igual superficie de bosque. Por los crecientes riesgos de incendios, hoy en día resulta más seguro mantener el carbono atrapado en el suelo que retenido en bosques. Cada 10 años una hectárea de caña aporta un bosque equivalente, que tarda 20 años en desarrollarse.

• Las inminentes migraciones hacia la electromovilidad son una de las principales medidas de descarbonización que ensaya el mundo. Un auto flex que funciona con bioetanol tiene emisiones menores que uno eléctrico a batería en Europa. Además, se están desarrollando tecnologías para obtener hidrógeno a partir de bioetanol líquido y, luego, electricidad en el propio vehículo, que mejoran su eficiencia, a la vez que permiten seguir usando la infraestructura de distribución y expendio existentes.

• Argentina subexplota solo 380.000 hectáreas con cañaverales, de las 2,5 millones muy aptas para ese cultivo relevadas por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), sin afectación a áreas protegidas. Hay un potencial enorme para crecer tanto en superficie como en productividad.

• La clave para el desarrollo de las bioenergías pasa por retribuir debidamente sus aportes ambientales. Sin necesidad de subsidios, esto se lograría imponiendo una tasa a los añadidos de carbono a la atmósfera proporcional a su costo de recaptura y fijación. Actualmente estos rondan U$S 600 la tonelada CO2 y las proyecciones más optimistas a futuro lo sitúan en un rango de U$S 94 a U$S 232 la tonelada CO2, valores por encima de los impuestos argentinos a combustibles líquidos y al CO2.