“En los países que estudiamos nos dimos con que seis de cada diez estudiantes de grado y tecnicaturas son mujeres. Cuando observamos las cifras de graduados, la mayoría también son mujeres quienes, además se gradúan con mejores notas que los varones”, indicó Paula Szenkman, y desarrolló: “el tema es que cuando vemos en qué disciplinas de estudios se insertan las mujeres, vemos que la mayoría lo hace en ciencias sociales, no en ingenierías, matemáticas o ciencia y tecnología. Entonces esto se refleja también en el mercado laboral”, explicó.

Las mujeres en las disciplinas científicas, indica el informe, son aproximadamente entre un 35% y un 40% en los tres países. Pero cuando esa cifra se traslada al mercado laboral, constituyen un 22% o un 25%. La falta de mecanismos que articulen el paso entre la universidad y el mercado laboral, se hace evidente. “Hay una pérdida en el pase de la educación al mercado laboral y eso tiene que ver con estas barreras que hacen que sea difícil sostener las trayectorias para progresar porque existen, paralelamente una desigual repartición de las tareas de cuidado, uno de los factores más determinantes. También hay otros mecanismos que operan en estos entornos que son más masculinizados y que los notamos como entornos hostiles y que hacen que las mujeres también vayan abandonando esos espacios”, señaló Szenkman, quien se desempeña como directora del programa de Desarrollo Económico de Cippec, a LA GACETA.

Otro punto que destaca la investigadora es la falta de información sobre las carreras y su salida laboral y de orientación vocacional. Las microdesigualdades también son una causa: “vimos facultades de ingeniería en donde hay un solo baño de mujeres en la planta baja de un edificio de ocho pisos. Ese entorno también limita”.

Pero no solo es en la Universidad en donde las desigualdades comienzan a notarse. “Si vamos hacia la primera infancia vemos que, a partir de ahí, hay una sucesión de factores que tienen que ver con pautas culturales o sociales. Una de ellas es la falta de modelos, de mujeres científicas o dedicadas a la tecnología a quienes seguir. Al ser pocas las mujeres que progresan por los techos de cristal, son pocas las mujeres que se vuelven visibles socialmente en esos roles. También los estereotipos que se van inculcando desde niñas en donde nos van absorbiendo con las tareas de cuidado y hay pocos modelos relacionados a la ciencia y tecnología. Los estereotipos se plasman y van reforzando esas paredes de cristal”.