Las fiestas de fin de año están a la vuelta de la esquina, y el sueño de los reencuentros crece. En paralelo, los casos nuevos de covid-19 parecen estar bajado. ¿Significa que “ya está”?

¿Se acaba la pandemia con el año, o al menos ya hay menos peligro? Es lo que parece indicar la cantidad de personas que caminan las calles de Tucumán usando mal (o directamente no usando) el barbijo y a centímetros unas de otras... Pero no; la covid-19 sigue ahí, a la espera de que la llevemos de un lado a otro.

“La situación no está controlada y las estadísticas no variaron: los jóvenes son los que más se contagian y los mayores, los que hacen los cuadros más graves... y los que más mueren por covid-19”. Preocupado, Luis Medina Ruiz, director ejecutivo del Siprosa, insiste una y otra vez: estamos, todos, frente a un problema colectivo que requiere responsabilidad social... y mucha. Y surgen preguntas:

¿Por qué hay que cuidarse si no somos “población de riesgo”?

La categoría “población de riesgo” puede llamar a confusión. Se refiere sólo a un tipo de riesgo: el individual, el que implica la posibilidad de enfermar gravemente o de morir. “No es que no hayan enfermado gravemente personas jóvenes, pero son las menos -reconoce Medina Ruiz-; lo que no se tiene en cuenta es que jóvenes y niños forman otro grupo de riesgo: el riesgo de la transmisión. Es un problema de salud pública grave”.

Si me recuperé de covid-19, ¿igual puedo contagiar?

“Sí -resalta Medina Ruiz-; porque puedo todavía tener virus. A mí puede que no me enferme, si desarrollé anticuerpos neutralizantes en buena cantidad; pero hemos visto casos de personas que dieron positivo para SARS-Cov-2 hasta 60 días después de la infección. Además, puedo transportar el virus en mi ropa, o en mi lapicera... A mí no me hace nada, pero a quienes no tienen anticuerpos neutralizantes los pongo en riesgo”.

Si el resultado del test no es positivo, ¿significa que estoy sano?

La respuesta es no. “El informe de resultados nunca dice ‘negativo’, sino detectable o no detectable; y al respecto es necesaria una aclaración”, explica la viróloga Guadalupe Vizoso, del Laboratorio de Biología de las Infecciones (Insibio, Conicet-UNT).

“Toda prueba tiene lo que se llama ‘límite de detección’, es decir, la cantidad mínima de ARN viral (para PCR) o de proteína (para test de antígenos) que se puede encontrar -explica-. En pacientes sintomáticos pasaron días desde la infección y el virus se replicó. Pero si no hay síntomas, es posible que sí haya infección, y que la carga viral no sea suficiente para ser detectada”.

“El test nos indica la situación del día en que se realiza, pero no qué pasa al día siguiente”, añade y recomienda no minimizar los síntomas leves: “lo que parece una alergia o un resfrío puede ser covid-19; y en ese caso, somos potenciales transmisores; hay que aislarse... y hacerlo en serio”.

¿Qué tenemos que hacer para visitar a los abuelos y otras personas mayores (o con morbilidades) sin ponerlos en riesgo?

Una cuarentena previa muy estricta, coinciden Vizoso y Medina Ruiz. En realidad “sin riesgos” es imposible, aclaran. “Todavía hay mucho sobre esta enfermedad que no sabemos, y sigue dando sorpresas -explica el funcionario del Siprosa-; pero el riesgo llevado al mínimo requiere 14 días de aislamiento estricto y testeo”. “Si entonces da ‘no detectable’, podemos estar bastante tranquilos”, añade Vizoso.

¿Y para compartir con amigos?

“Estar seguro de no ser ‘contacto estrecho’ -destaca la viróloga-; es decir, no haber estado 15 minutos o más en un espacio cerrado y sin barbijo con un posible caso positivo o con desconocidos”. Pero, además, lo que ya se sabe: esto no vale para una fiesta multitudinaria en un boliche; los encuentros deben ser al aire libre, con distancia y barbijo. Sólo quitárselo para comer o beber, y no compartir vajilla, ni mate. “Un hisopado con resultado no detectable de ese día puede dar un poco más tranquilidad de que no contagiaremos -añade Medina Ruiz-. ¡Pero sólo por ese día!”.

Falta poco para que todo cambie, porque ya viene la vacuna, ¿verdad?

No; no falta poco. “Hay que ser realistas. Tenemos pandemia para rato”, advierte Elena Andión, presidenta de la Asociación Argentina de Enfermeros en Control de Infecciones, y especialista en Epidemiología. “La vacuna no está todavía. Y cuando esté, aunque los niveles de eficacia de las que están en fase 3 son muy altos, lo que es muy bueno, ninguna llega al 100%. -agrega-. Y hasta mediados de año, en el mejor de los casos, lo más probable es que no se haya generalizado la vacunación. No podemos bajar la guardia”.

¿Eso significa no ver a nadie?

“No implica aislarse. Se entiende que todos estamos cansados, que también hay que cuidar los vínculos, los afectos, las cuestiones emocionales -responde Andión-. Pero no podemos suspender las medidas elementales de cuidado: distancia de dos metros, barbijo bien colocado, aire libre o lugares muy bien ventilados y seguir evitando las reuniones masivas”.

Y con este calor, ¿qué hacemos con el aire acondicionado y los ventiladores?

“En el ámbito de los convivientes, lo de siempre -explica Andión-. En lugares públicos (o si recibís gente en casa), al aire acondicionado hay que sumar, sí o sí, ventilación. Digamos una vez por hora, abrir puertas y ventanas para que entre aire nuevo”.

“Y con los ventiladores en lugares públicos hay que tener cuidado... Suelen echar ‘chorros’ fuertes de viento en direcciones muy precisas y pueden ‘dirigir’ el virus casi como un estornudo -agrega-. Si se usan al aire libre o en galerías bien ventiladas, el riesgo será menor”.