- Semiótica del asesino

Los signos del femicida de Paola Tacacho aparecieron en reiteradas oportunidades: obsesión, amenazas en redes sociales, persecución, violación de restricciones de acercamiento, vigilancia afuera de la casa y del trabajo, entre otros. La víctima y sus allegados interpretaron los signos a la perfección: Paola denunció a su homicida 13 veces, desde el año 2015, y sus amigos hablaron con la familia de este para que hiciera algo. Ni la Justicia ni la familia de Mauricio Parada Parejas decodificaron el mensaje. “Nunca subestimes el poder de la negación” me dijo una psicoanalista una vez. La semiótica es la disciplina que estudia las significaciones, vehiculizadas a través de signos cualesquiera sean sus tipos: palabras, imágenes, movimientos, símbolos ocultos, sonidos y un largo etcétera. El signo es definido por el filósofo Charles Peirce, básica y genialmente, como “algo que está en lugar de otra cosa, para alguien”. Las palabras vienen a estar en lugar de las cosas que denominan, un símbolo patrio representa a un país, un abrazo denota amor, un síntoma significa una enfermedad. El concepto de Peirce tiene tres elementos indivisibles: el signo que percibimos con alguno de nuestros sentidos, la otra cosa a la que está representando, y ese alguien que es el intérprete. Por ejemplo, si vemos -y olemos- humo proveniente de la casa del vecino, aunque nuestro ángulo no nos permita ver el fuego, muy probablemente vamos a inferir que allí está ocurriendo un incendio. El humo es signo del fuego. “Algo, en lugar de otra cosa, para alguien”. En el caso de Paola, el humo se veía y se sentía, el fuego estaba ahí, esperando para devorar todo a su paso, pero faltaba el tercer elemento del signo: el intérprete. No se vio, o no se quiso ver.Que un juez decida cortar una investigación y rechazar el reiterado pedido de la víctima y del fiscal trae dos hipótesis: la primera es que el magistrado no tiene la capacidad intelectual de interpretar el signo, ve y huele el humo, pero no sabe que humo = fuego. La segunda, es que decide subestimar o ignorar los signos: el vecino sabe que hay fuego en la casa contigua, pero dice “no pasa nada, se le deben estar quemando las tostadas” o “no es mi problema, no es mi casa la que se quema” y no llama a los bomberos. Ahora, una tercera hipótesis, todavía más siniestra, se asoma: ignorancia e indiferencia combinadas. Desconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y de los indicios que componen una tipificación de femicidio, a la par de la falta de empatía tan propia del machismo: “no es mi casa la que se quema”. Cualquiera sea la premisa correcta, la conclusión lógica es la misma: ese magistrado (que no pasó por el filtro del Consejo Asesor de la Magistratura, a diferencia del fiscal que solicitó el juicio) no está en condiciones de “observar y hacer observar fielmente la Constitución y las leyes” está, más bien, en condiciones de “que Dios y la patria se lo demanden”. La negación del patriarcado, la descalificación de las militantes con la palabra “feminazi” (sofisma por demás falso), un legislador provincial sentado en su banca negando que el femicidio existe, la decisión de un juez de sobreseer al futuro asesino para no generar un “dispendio innecesario”, la negativa de la policía de buscar a una niña desaparecida, son todos vientos que azuzan un fuego que tiene categoría de incendio forestal, desde hace mucho tiempo. Paola no soy yo, no es mi hija, ni mi hermana, ni mi madre, pero el fuego avanza, en algún momento mi casa también se va a quemar. La universidad de Oxford pasó 800 años hasta que admitió estudiantes mujeres, en Argentina se esperó hasta 1947 para el voto femenino, Malala Yousafzai recibió un balazo en la cabeza (proveniente de un hombre) por luchar para que las niñas recibieran educación en Pakistán, Paola Tacacho denunció 13 veces a su acosador antes de que este la matara a sangre fría en la calle, con la impunidad de quien forma parte de un sistema social perverso y hegemónico. Ahora bien, en un juzgado de instrucción penal (especialmente anterior a la reforma del código de procedimiento) lo normal es que un sobreseimiento pase por varias manos: empleados y funcionarios escriben las resoluciones y luego el juez las revisa y firma ¿Nadie pudo o quiso interpretar lo signos? El ejercicio del derecho es un arte interpretativo, las leyes deben interpretarse a la luz de los hechos, de las particularidades del caso, del control de convencionalidad y constitucionalidad. La administración de justicia debe poder leer los signos. Pero en los planes de estudio de abogacía de las tres universidades principales de Tucumán no existe la materia de semiótica ni de teorías de la comunicación. Está claro que las competencias para la administración de justicia deben ser multi e interdisciplinarias. La empuñadura del arma homicida tendrá las huellas materiales de uno, pero las huellas simbólicas de varios responsables.

Ricardo Rafael Silva

ricardorafasilva@gmail.com


- Niño con arma

El impacto generado por la urdimbre de la violencia protagonizada por un niño es realmente estremecedor y preanuncia; si no se toman medidas correctivas, un panorama como el del lejano oeste. Los vectores del crimen se muestran con desparpajo y a los mayores naturalizando esas acciones. Les compete a las autoridades intervenir para revertirlas. Cuán alentador sería ver en pocos años a ese menor convertido en una persona de bien, alcanzado a tiempo por la mano benevolente de un Estado presente, de responsables preocupados no sólo en mostrarse en cartelera sino generando políticas de protección altamente efectivas si se aplican como corresponde. ¿Cuál es el soporte en el que dicho vector se sostiene? La energía infantil y juvenil debe ser un segmento orientado al bien común y su magnitud asociada a la esperanza de un mundo. Mejor que los mayores entiendan la importancia de transmitir valores con ejemplos. Se debería incentivar acciones comunitarias en zonas marginales en donde se comprometa a los padres a ser parte activa en un cambio prometedor para un futuro promisorio. Que se les otorgue medios que incentiven a la superación (actividades creadoras. Música, poesía. Incentivar aun más la lectura y también gimnasia, deportes y el cultivo de huertas, etc.) Llevar las bibliotecas a todos los rincones. La vida intrafamiliar y su contexto emocional no se debe ignorar Las coordenadas educativas exigen una comunión con el panorama real No solo la contención familiar sino una justicia transparente, porque todo es parte del todo. En la esfera vital y sociológica demanda un nuevo rumbo. Un niño halla amparo en la familia cuando está sólidamente constituida y en ese marco referencial se condiciona su rol en la comunidad. Ojalá en poco o largo tiempo seamos parte de una sociedad ejemplar y entonces proclamar con orgullo “ Tucumán crece”.

Nelly Elías de Benavente

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