Ya sé, no me digas. Sé lo que pensaste apenas terminó el partido de Schwarztman en Roma que lo llevó a la final del Masters 1.000. Por lógica, pegaste un grito contenido (¿nuestro famoso ¡vamos! quizás?), apretaste el puño, quizás hasta te golpeaste el pecho. Después, tal vez tomaste el celular y empezaste a buscar a qué hora será la final con Djokovic. Respiraste aliviado al saber que será al mediodía, horario perfecta quizás para un sanguchito, una bebida. Y, ya más calmado, habrás pensando en aquello que nos viene siendo transmitido por generaciones. Te lo digo con signos de admiración: ¡cuánto nos cuesta todo a los argentinos!

Diego Schwartzman: primero hay que saber sufrir

Quizás te lo dijeron tus ‘viejos’. O lo fuiste aprendiendo de los amigos. O en la calle. Aquí no hay tutía. Hay que arremangarse, respirar profundo e ir por esa meta que nos propongamos conseguir ante el mundo. Nos pasa día a día, en todos los campos. Nos pasa en el deporte.

¿Cómo, si no, se explica que el “Peque”, después de suministrarle kriptonita al superhéroe Nadal en cuartos de final tuvo que sufrir a lo argentino para vencer a Shapovalov? Ni el envión anímico facilitó las cosas. Martillo y cincel, así llegó al triunfo, ante un rival jovencísimo y granítico. Pero esto sigue. Ya disfrutaste lo de ayer. Y hoy preparate porque la final con “Nole” va a ser otro parto.