“Manuel Belgrano es uno de los personajes claves del proceso revolucionario y uno de los más interesantes por algunas de las funciones que le tocó desempeñar, que son como hitos centrales: desde la formación de la Junta en Buenos Aires en 1810, a la Batalla de Tucumán, y también a la creación de la Bandera, que termina siendo central en la Revolución por la construcción identitaria”, sostiene el doctor en Historia, Alejandro Morea.

- ¿El Triunvirato le ordena a Belgrano que se retire a Córdoba cuando se hace cargo del Ejército del Norte?

- La orden es no comprometer la fuerza militar en un enfrentamiento en el cual no tenga asegurada la victoria; cualquier traspié puede significar la desaparición completa de ese ejército y que el espacio salto-jujeño quede definitivamente bajo la órbita del virrey del Perú y que a partir de ahí se decida avanzar hacia Buenos Aires. No hay una orden directa en principio de llegar hasta Córdoba. Llegado el caso de un avance de los enemigos, tiene que hacer sobrevivir ese ejército, ahí es donde aparece la idea del retroceso. Lo primero que hace Belgrano cuando toma el mando es llevarlo hasta Jujuy. Se entera de que el enemigo está avanzando y sus fuerzas son superiores a las suyas, ahí piensa en retroceder. En el medio del retroceso, tiene una pequeña victoria en el río Las Piedras, que le permite mejorar la moral del ejército.

- ¿Qué evaluación hace cuando llega a Tucumán?

- En comunión con la elite tucumana, que tiene muchos intereses de que el ejército se plante y dé batalla, es que Belgrano toma una decisión. En parte porque hace una lectura militar y una política: “es verdad que las fuerzas del enemigo son superiores, pero si yo no combato ahora, es probable que la Revolución esté perdida”. La lectura que hace después de la batalla de Las Piedras es que es el momento de plantarse porque si no, se puede perder todo.

- ¿La batalla de Tucumán es la apertura al camino a la independencia?

- Después de ella, la Revolución recupera el paso positivo porque luego de Huaqui había entrado en un espiral de descenso, derrotista. Pero a partir de Tucumán, la Revolución produce un cambio del clima político dentro del Triunvirato, con aquellos elementos que estaban más a favor de la independencia. Los más radicales que plantean la ruptura con España y declarar la independencia son los que toman el control del gobierno.

- ¿Qué habría pasado si Belgrano retrocedía hasta Córdoba?

- Para mí es bastante claro que la batalla de Tucumán permite que la Revolución se salve y no sea derrotada. La lectura de Belgrano en términos políticos es correcta; si seguía retrocediendo hasta Córdoba no sólo se ponía en riesgo el ejército sino también la Revolución, porque tampoco hay gran cantidad de tropas disponibles en Buenos Aires para hacer frente a las fuerzas de Tristán. La decisión de Belgrano fue arriesgada, pero correcta.

- Regresa a Tucumán en 1816. ¿Cuál era su misión específica?

- Ahí se cruzan dos cuestiones. Cuando regresa de Europa, lo primero que hace es asumir el mando del Ejército de Observación que había intervenido en contra de Artigas en el litoral. Pero es desplazado y en 1816, cuando se está por reunir el Congreso, Belgrano viaja a Tucumán para dar testimonio del clima político de Europa. Llega en mayo de ese año. Pueyrredón es elegido director y le escribe pidiéndole que se haga cargo de nuevo del ejército para su reorganización, luego de la derrota de Sipe Sipe. Belgrano participa de las deliberaciones del Congreso, pese a que no es diputado, y se hace cargo de reconstruir un ejército muy golpeado.

- ¿Comienza ahí su romance con Tucumán?

- Si bien en su primera comandancia no está tanto tiempo en Tucumán, es cierto que a partir de 1816 se transforma en un elemento central de la vida política y cultural de San Miguel. El ejército se instala allí. Él forja lazos muy fuertes, como otros oficiales que terminan construyendo su vida familiar en Tucumán: se casan con tucumanas o compran terrenos o casas, pensando en afincarse allí una vez concluida la guerra. Por ejemplo Domingo Arévalo -casado con una Aráoz, vinculado a la familia de Bernabé- o Abraham González, que es el del motín de noviembre de 1819 que pone preso al mismo Belgrano.

- ¿Tucumán tiene un papel central en la emancipación?

- No hay duda. Tucumán tiene en su haber dos de los hechos más importantes y políticos: la batalla de Tucumán que asegura la Revolución en uno de sus momentos más adversos y es el lugar donde se declara la independencia, que no es poca cosa.

- ¿Cuál es su opinión de Belgrano en el proceso independista?

- Es un personaje clave. Es interesante también en su trayectoria política y en el mundo de las ideas porque antes de la Revolución es reformista, siendo funcionario colonial tiene un montón de iniciativas, pensando en el progreso individual y general de la población del virreinato. Después se transforma en un revolucionario hecho y derecho, piensa en la conformación de una república. Después hace un giro y propone una monarquía, pero a diferencia de otros proyectos monárquicos que circulan en 1816 buscando la coronación de un príncipe europeo, su propuesta es la coronación de un inca, es como una mezcla de imaginarios políticos. Por momentos fue republicano, monárquico... Es un personaje muy poco lineal, capaz de adaptarse a los climas políticos que le va tocando vivir, pero siempre pensando en cuál es mejor horizonte para el desarrollo más armónico de esa sociedad.

- Se ha creado un arquetipo en torno de Belgrano: noble, valiente, dio todo de sí, murió en la miseria, sin reconocimiento, ¿a qué se debe que no ha sido imitado por la dirigencia?

- Es medio difícil comparar a uno de esos personajes que tenemos en el panteón con el día a día de nuestros conciudadanos. Cuando uno ve la vida de Belgrano, ve que tiene un montón de aciertos, pero también falencias, errores, que está atravesado por un montón de sentimientos, de emociones… Si prestáramos más atención también lo condenaríamos, porque tiene opiniones que al día de hoy son un poco molestas. Ahora, sí es cierto que el contraste con los hombres que han estado envueltos en la construcción del Estado argentino desde 1820 en adelante parece ser muy grande. A mí, lo que un poco me incomoda es esta cuestión de la reivindicación de la pobreza en la cual muere, como ideal para la política, no porque crea que la riqueza deba ser el ideal de la política, sino porque esa pobreza en que termina sumergido no es un horizonte deseable para ninguna persona. Con esto no quiero decir que Belgrano sacrificara sus ideas en pos de las de los otros.

- Si viviera en la actualidad, ¿sería hincha de Independiente?

- (se ríe) Podría ser, me imagino que no sería hincha de su propio club. No digamos de qué club sería en Tucumán para no herir sensibilidades ahí.


Alejandro Morea

Perfil

› Estudioso de ese período histórico

Alejandro Morea (1984) es doctor en Historia por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia. Se graduó con la tesis “De militares a políticos. Los oficiales del Ejército Auxiliar del Perú y la carrera de la revolución, 1816-1831”. Es becario posdoctoral del Conicet. Vive en Mar del Plata.