Por Aislinn Lang, Reuters.-

Entre los cientos de miles de personas que han copado las calles de Santiago para protestar contra un modelo económico profundamente desigual, dos ancianos sobresalen en medio de los jóvenes.

Entre los escombros, el gas lacrimógeno y los chicos golpeando cacerolas, Norma Carrasco, de 68 años, y su esposo, Hernán Figueroa, de 78, tienen una demanda que está en el corazón de la molestia pública: un sistema de pensiones que deja a muchos jubilados con escasos fondos para subsistir.

El reclamo no es nuevo, pero es clave para entender el estallido en una de las economías más sólidas de América Latina, que forzó al presidente Sebastián Piñera a recurrir a los militares para custodiar la seguridad por la violencia rampante y los saqueos.

En las calles de la ciudad, el enojo por las pensiones hace eco entre jóvenes que están a décadas del retiro, pero que han visto a sus abuelos sufrir carencias y que no quieren el mismo destino.

“Ya basta. La gente está cansada, saturada. Necesitamos buenos salarios, pensiones para los abuelitos”, dijo Octavio Solís, de 43 años, un guardia de seguridad, mientras hacía fila en una oficina para recibir beneficios por desempleo en Santiago. “Me duele”.

El sistema de pensiones privados en Chile nació en 1981, durante la dictadura de Augusto Pinochet, y ha sido un modelo elogiado e imitado por otros países. Pero en Chile, lo jubilados a los que se les prometió recibir un 70% de sus salarios finales, usualmente reciben un monto muy inferior.

Norma trabajó desde que era niña como costurera en una fábrica textil, pero hoy vive con 100.000 pesos chilenos, unos 138 dólares, al mes. Su esposo trabajaba en la industria textil y recibe un poco más, cerca de 140.000 pesos.

Sobreviven gracias a sus hijos, dice la pareja. “Complemento con la ayuda de mis dos hijos para pagar las cuentas. La atención en salud que tenemos es la que podemos recibir del Estado”, añade.

El sistema de pensiones estableció en su fundación que los trabajadores debían entregar al menos un 10% de su salario a las privadas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Su creador, hermano del actual presidente, lo apodó el “Mercedes Benz” de las pensiones. Las administradoras de los fondos de pensiones locales -que tienen miles de millones de dólares en inversiones en Chile y el extranjero- prometían un sistema de capitalización individual más sostenible que el anterior, que suponía financiar a los viejos con fondos de los que estaban aún trabajando.

Pero en la realidad, muchas personas no son capaces de aportar lo suficiente como para recibir un pago adecuado, mientras que el tercio de los chilenos que trabaja en empleos informales, junto con los desempleados y las mujeres que han tenido que dejar su trabajo para cuidar de sus hijos, quedan en el camino.