El 30 de junio de 1867, una revolución digitada por los santiagueños Taboada desplazó al gobernador de Tucumán, Wenceslao Posse, y lo reemplazó por el coronel Octavio Luna, jefe del golpe. Angel Arcadio Talavera, tío del derrocado, hizo una narración del asunto, en carta a Marcos Paz.

Contó que estaba el día 30 “de mosquetero” en una partida de “pechanga”, en una mesa donde jugaba el gobernador Posse. De pronto, entró el dueño de casa y dijo: “No sé qué novedad ha ocurrido, en el principal se oyen tiros” (el ”principal” era el Cabildo). Talavera salió a la plaza junto con Posse. Creían que se trataba de alguna pelea. El gobernador le dijo que fueran hasta el Cabildo. “Lo acompaño y cuando llegábamos a la calle del paseo, vimos correr un grupo de hombres al café de Valladares, tocando los tambores a tropa”. Talavera le dijo: “Esta es una revolución y consumada; ahí está Luna en la galería alta, dando vivas a la libertad y al Sr. Taboada y mueras a usted; esto es terminado, volvamos”.

Rato después fue tomado preso el gobernador. Lo llevaron “bien escoltado y engrillado, sufriendo una buena salva de injurias, como es de orden en estos casos”. El día 2, “convocó a los representantes el señor Luna, para aceptar la renuncia del gobernador preso y nombrar un interino; éramos 12 representantes que forman quórum. Abierta la sesión y leída la renuncia, expuse que no consideraba a la Sala en condición de aceptar la renuncia de un gobernador preso, ni nombrar interinos, sin que cayese sobre la Representación un anatema de indignación; que yo no me creía con fuerzas para cargar con esta responsabilidad y con la nota de indigno, etcétera. Se ha suprimido estas palabras en el acta que se ha publicado. Se terminó esta sesión, aceptando la Sala la renuncia y nombrando a Luna de interino por un mes”.