“No creo que haya talles para usted”, desliza la vendedora, mientras Marisa hurga en un perchero de una de las tantas tiendas tucumanas. Pero ella no está sola: Marisa es parte del casi 70 % de argentinos que no encuentran ropa ni calzado con su talla. El dato surge de una encuesta realizada en 2018 por la organización AnyBody (“Ningún Cuerpo”, en español) en el marco de la campaña “El talle único no es el único talle”. Esta es la octava encuesta de su tipo realizada por Anybody; y se desarrolló entre el 4 de octubre y el 18 de noviembre del año pasado a través de redes sociales. “Un total de 8.565 respuestas sobre 49 marcas locales reveló que casi el 70% de las personas encuestadas tienen dificultades para conseguir ropa de su talle, una cifra que, en términos generales, se mantiene constante en nuestras investigaciones desde 2012”, comentaron desde la ONG a la agencia Télam.

De ese porcentaje, el 95,1% usa ropa de mujer y el 4,9% de hombre, mientras que la dificultad se presenta principalmente en jeans o pantalones (63,5%).

AnyBody Argentina es parte del movimiento global Endangered Bodies o “Cuerpos en Riesgo de Extinción”, que se extiende por ocho regiones: Buenos Aires, Sao Paulo, Nueva York, Londres, Irlanda, Sídney, Alemania y Nueva Zelanda. Comenzaron como una organización exclusiva de mujeres, pero decidieron cambiar su lema para poder incluir a los hombres en el movimiento. La meta, explican, es “transformar la cultura visual actual y la sociedad para incluir a toda la diversidad de cuerpos, no sólo las figuras impuestas desde las publicidades o productos audiovisuales”. Y uno de los objetivos principales de su trabajo consiste en promover el cumplimiento de la Ley de talles, para que la mayoría de las adolescentes y mujeres argentinas puedan comprar ropa de moda con facilidad y sin prejuicios sobre su cuerpo.

¿Y por casa?

“Cuando salgo a comprar ropa siempre tengo una idea de lo que me quiero comprar porque me fijo que está de moda en redes sociales; voy a un local y siempre es talle único. Es horrible frustrarse con eso. No podemos convertir en un padecimiento el momento de comprar ropa”, expresó Milagros Barrera.

“Con el calzado no tengo problemas porque calzo 36, pero mido 1,58 y no hay jean que me quede bien. Los talles no son reales, son hechos en base a los estereotipos que no se amoldan a la realidad. Y siempre me pregunto: ¿Tengo que convertirme en ésto para que un vestido me entre?”. y me respondo: “definitivamente no”, enfatiza, en su diálogo con LA GACETA. Sabrina Marchiano también comenta que comprarse ropa le resulta estresante. “Es muy difícil conseguir algo que me quede bien, busco por horas y a veces repito muchas veces lo que tengo porque es difícil sentirme cómoda con alguna prenda. O muy grande, o muy chica, en las piernas muy ajustado, para la parte de arriba muy grande”, afirmó.

“Tuve la posibilidad de viajar a Europa; y pensé que allí iba a poder conseguir más variedad de talles y diseños; pero en todos lados es lo mismo, no me dan ganas ya de salir a comprar ropa. Recorro la mitad de la ciudad y no consigo nada para mí. También pasa que la ropa más cara es la que mejor me queda; y eso es una estrategia de confección de las marcas”, expresó Marchiano.

Un nicho en alza

Celeste Castro Maldonado atiende un local ubicado en la calle Buenos Aires al 100. “Me tocó muchas veces ver chicas que salen llorando de los locales de ropa; por eso es en nuestro local se trabaja hasta el talle 64. Nuestras clientas salen a gusto con las compras. En caso de que haya mujeres con talles más grandes, se les trata de dar solución con el siguiente viaje de compra”, le explica a LA GACETA.

“Por lo general, la persona que entra en nuestro local sale con alguna compra. Dependemos de los mayoristas al momento de disponer de los talles, pero ellos son tan conscientes como nosotros de esta problemática. Nuestro objetivo es satisfacer las necesidades en talles y edades; y hace 13 años que trabajamos en el local, con la consigna de “Queremos Mujeres Reales”, enfatizó Castro Maldonado.

A diferencia de lo que plantea Celeste, que ha encontrado proveedores para este “nicho” de los talles reales, Sofía Hoyos -dueña de un local de indumentaria femenina- reconoce que no es un tarea fácil encontrar buenos diseños para esta clientela. “Estoy constantemente buscando prendas que gusten, y que sobre todo las hagan sentir hermosas; y por sobre todo cómodas. Buscamos prendas de todos los talles; o si tal prenda de moda no se consigue en variedad de talles tratamos de buscar algo alternativo. La gente que nos visita mira, compara precios, se miden, mandan fotos a las amigas o consultan con nosotras y se llevan sus prendas felices. También hay chicas que solo entran a recorrer y mirar qué hay de lindo para luego volver, o conocer el lugar”, cuenta.

“Tenemos talles desde el 34 porque también hay chicas muy flaquitas o niñas adolescentes que no consiguen en locales de ropa de niños, hasta el talle 46. Y en calzado trabajamos hasta desde el número 35 al 40. También trabajamos con ropa talle único, porque nuestros proveedores no realizan ropa con variedad de talles. Muchas veces es indignante porque es un talle único para una persona demasiado delgada, personalmente creo que lo hacen así para abaratar costos, siempre estamos que nos dicen que les pidamos a nuestros proveedores que -por favor- hagan las prendas más grandes; o que las produzcan en diferentes talles; porque es realmente un problema de largo arrastre; muchas chicas no consiguen lo que les gusta, y que quieren lucir en su talle”, concluye Sofía.

Lo cierto es que hay un cambio en marcha al respecto, y cada vez son más las marcas de diseño que están entendiendo que los “talles reales” son un buen negocio; y a esa ola -en gran parte favorecida por el ecommerce- se van subiendo de a poco muchos diseñadores independientes, que piensan que también puede haber belleza en un talle XL.