La tonada colombiana rompe el soporífero silencio que impera en el lobby del hotel ubicado frente al parque 9 de Julio y hace que los pocos tucumanos presentes “paren las orejas”. Hacia las 10.45 de ayer, el huésped se acerca a la recepcionista y le pide un adaptador para poder cargar su celular. “Es que en Colombia tenemos otro tipo de tomas (enchufes)”, le explica.

La guardia de LG Deportiva -y parroquianos del bar del hotel- enfocan la vista y reconocen al foráneo. El mítico René Higuita integra el cuerpo técnico de Atlético Nacional de Medellín, como parte del equipo de entrenadores de arqueros, y llegó a Tucumán para el partido de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores que el “Verdolaga” disputará mañana por la noche contra Atlético. “No voy a hablar ahorita; más tarde puede ser”, se excusa, con una sonrisa, cuando se le solicita una entrevista.

El plantel “cafetero” llegó durante la madrugada de ayer a la provincia y se recluyó en el Sheraton. Un férreo hermetismo caracterizó su llegada: ni las cuentas oficiales del club de Twitter y de Instagram -famosas por mostrar una constante actividad-, ni las de los jugadores, ni las de Higuita comunicaron el arribo a Tucumán.

Los responsables de prensa del equipo ya habían anunciado que los jugadores atenderán a los medios tucumanos después de la práctica de esta tarde. Y por lo que pudo verse en el lobby del hotel y en los alrededores, así será. Ni siquiera los hinchas “verdolagas” que andan desparramados por la ciudad se llegaron a saludar a su equipo.

El único movimiento que se divisó durante la jornada, fue por la siesta cuando el plantel se trasladó a la cancha de San Martín a entrenar y cuando volvió hotel, pasadas las 18. Allí, el arquero posó con hinchas y empleados del club que notaron al instante su llegada.

Antes de regresar a su habitación, el creador del “Escorpión” -la temeraria jugada en la cual el arquero se zambulle hacia adelante y rechaza con sus tacos la pelota... en la línea del arco- posó amablemente con algunos aficionado. En las puertas del ascensor, y ante la insistencia del cronista, precisó: acabamos de llegar. Después hablamaos”. Y con otra sonrisa terminó por convencer de que no habría forma de sacarle unas líneas.