En la veraniega Sochi, Joachim Löw intenta transmitir tranquilidad a un equipo que está nervioso. A pesar de que Alemania se jugará la vida el sábado ante Suecia, el DT parece un turista paseándose en pantalones cortos y gafas de sol en la arena de la ciudad que da sobre el mar Negro.

Nada quita la paz a Löw, que hasta se hace una selfie con un niño ruso que lo reconoce. A propósito o no, la calma del técnico contrasta con la situación de la “Mannschaft” en Rusia: tras caer 1-0 ante México en el debut, quedará al borde del abismo si no vence a Suecia.

Un arranque que, en palabras de Thomas Müller, se podrá corregir en los “dos duros retos” ante Suecia y Corea del Sur. “Nuestra situación es clara: debemos ganar los dos partidos”, explicó sin amages Oliver Bierhoff, el mánager de la selección alemana.

La derrota ante México dejó marcas. Los defensores Jérôme Boateng y Mats Hummels no quedaron satisfechos con el descuido de los jugadores más adelantados, que los dejaban expuestos. Así, Toni Kroos, Sami Khedira, Mesut Özil y Thomas Müller lucieron sin ritmo. “La presión es enorme, tenemos dos grandes tareas por delante. No ganaremos si nos separamos y buscamos los errores de los demás”, alertó Thomas Müller.

Löw deberá encontrar en las prácticas a puerta cerrada quién puede asumir la presión del sábado y, además, quién llega con más frescura y ánimo. Después de la reunión de crisis del martes, de que el capitán Manuel Neuer trazara una hoja de ruta, el equipo busca activamente respuestas.

“Cada jugador debe cumplir las tareas de su posición”, señaló Müller. “La idea común debe ser perder menos el balón. Así nos veremos mejor como equipo. Eso debería ser efectivo”, indicó Marcos Reus, que entraría por Julian Draxler o incluso por Özil.

“Tenemos la calidad. No podemos dudar de eso”, afirmó Bierhoff. “Hay que imponer nuestro juego”, añadió el dirigente, que anticipa que la del sábado no será una batalla sencilla.