De Marcelo Androetto.-

“Tiene que ser el próximo partido, no podemos esperar más para ganar de local”. No había pasado media hora de la impactante victoria por 2-0 sobre Sarmiento, en Junín, cuando Diego Cagna pronunció un ultimátum para sí mismo y sus jugadores de cara al siguiente compromiso en casa, frente a Villa Dálmine.

Se entiende: si San Martín quiere erigirse en candidato al ascenso debe retomar la senda ganadora en Bolívar y Pellegrini. Ya pasaron más de dos meses desde la última vez que sumó de a tres en su estadio. Después de aquel 1-0 sobre Ferro en el arranque de la B Nacional sumó tres empates y encajó su única derrota en el torneo.

“No es una buena la campaña de local y da bronca. Tenemos que hacernos fuertes con nuestra gente”, reconoció el “Flaco” antes de abandonar el estadio Eva Perón. El delantero Claudio Bieler coincidió: “Fuera de casa logramos mejores resultados. Sólo nos tenemos que sacar el mal gusto de que no podemos ganar en La Ciudadela, pero ya nos va a tocar”.

Los números son expresivos: como anfitrión, el “Santo” sumó seis puntos en cinco partidos, y apenas convirtió tres goles (recibió cuatro). El panorama es muy distinto de visitante: está invicto, cosechó nueve unidades -obtuvo dos de sus tres triunfos-, y la balanza de los tantos se inclina a su favor, ya que metió seis y recibió tres.

En la práctica, se trata de la famosa “media inglesa” al revés: en lo que va del certamen, a San Martín le resulta más sencillo ganar en rodeo ajeno que en el propio, donde el empate es el resultado más repetido. ¿Tiene que ver con la presión de su público como local o que su estilo de juego se adapta mejor a la condición de visitante?

Cagna admitió a LG Deportiva que cuando los rivales se meten atrás y juegan de contra, como sucede habitualmente en La Ciudadela, a su equipo se le complica. Pero también apuntó a los nervios que experimentan sus jugadores y pidió a los hinchas “santos” que ejerciten la paciencia.

“De alguna manera los hinchas generan esos nervios porque exigen. No es fácil jugar así. Tenemos que hablar mucho con los jugadores, que se tranquilicen, que no se dejen llevar por la gente. Y los hinchas se tienen que dar cuenta de que si quieren insultar pueden hacerlo después del partido todo lo que quieran; durante el juego necesitamos todo el apoyo posible, algo que hacen generalmente. De esa forma los jugadores van a responder”, exhortó.

“Quiero ganar de local”

Ante la pregunta sobre si el próximo gran desafío de su equipo es “conquistar La Ciudadela” –y a su propio público-, el técnico respondió: “Sí, totalmente. Quiero ganar de local, porque me encanta esa cancha, cómo alienta la gente, cómo llena el estadio y además nos debemos una alegría con los hinchas, y lo vamos a hacer el próximo partido”. Es decir, ante Villa Dálmine, un oponente de excelente campaña en el torneo.

En Junín, cuando se le mencionaron los rumores que daban cuenta de que un mal resultado ante Sarmiento hubiera significado el fin de su ciclo, Cagna aseguró que cuenta con el apoyo de los directivos. De todas formas, admitió veladamente que la especie tenía algún asidero.

“No estabamos haciendo una buena campaña. El porcentaje de puntos era bajo, habíamos empatado mucho y teníamos pocos triunfos. Por eso esta victoria nos viene muy bien. Si perdíamos con Sarmiento la campaña hubiese empeorado. Y eso era para pensar si la salida era destituirme; echarme… Si perdíamos se hubiese tornado difícil llevar para adelante todo esto”, reconoció.

“Pero ahora pasa a ser una buena campaña: ganamos, estamos ahí arriba, cerca de la punta. El fútbol es así, un resultado cambia todo”, expresó en referencia al aire que encontró en el corazón de la Pampa Húmeda. Y añadió: “Era importantísimo ganar como lo hicimos, con autoridad, sin pasar problemas. Eso cuenta más que la posición en la tabla, porque ayuda a que el equipo vaya agarrando confianza”.

De todas formas, advirtió: “No nos podemos conformar con hacer un partido bien y después bajar. Tenemos que seguir creciendo, después todo va a llegar”. Parafraseando al presidente de la Nación Mauricio Macri, para San Martín “es aquí, es ahora”, es con Villa Dálmine. Y no puede fallar.