Este domingo se concretará en El Vaticano la canonización de José Gabriel del Rosario Brochero, el primer santo que nació y murió en el país. Su vida (entre 1840 y 1914) estuvo dedicada a los pobres y a los enfermos, a partir de su idea de que “la gracia de Dios es como la lluvia, que a todos moja”. Su historia mereció que un pueblo sea bautizado con su nombre; relatos orales; estatuas; la cantata “Canto Brocheriano”; documentales; cuentos humorísticos (a cargo de Doña Jovita) y una película que estrenó en 1941 Lucas Demare: “El cura gaucho”, en blanco y negro y Enrique Muiño en el rol protagónico.

“Cura Brochero” se estrenará hoy en todo el país, con el juego de una película dentro de otra. La estructura argumental armada por su directora, Lorena Cuschoff, gira alrededor de Santiago, un productor independiente de cine de 55 años, que quiere filmar la historia del sacerdote y convoca a Luciano, un actor que tiene una personalidad desordenada, llena de excesos y debilidades. Asumir la personalidad del cura lo sume en un conflicto íntimo, que lo empuja a replantearse su existencia.

De este modo, las enseñanzas ejemplares de estar al servicio del otro, dejar de lado el egoísmo y las prioridades individuales y trabajar por el alivio de quienes más sufren ya no son meras ideas sino que se corporizan en el presente. Un siglo después de su muerte, Brochero vuelve a la vida con sus testimonios.

La película fue producida por Asociación Civil Maranatha, una organización cordobesa sin fines de lucro que utilizó las redes sociales para promocionar el proyecto y conseguir parte del financiamiento mediante microdonaciones de $ 25 en adelante.