No celebró sesión el Soberano Congreso el 21 de septiembre de 1816. El teniente coronel -luego famoso general- José María Paz estaba en esa época en Tucumán, como uno de los oficiales del Ejército del Norte. Sus “Memorias” reflejan los sucesos de entonces.

Escribe Paz que, en el seno del Congreso, había “un germen de discordia que transpiraba por todas partes. Los diputados de Buenos Aires, seguidos de la mayor parte de los de las provincias, dominaban el Congreso; y los de Córdoba les hacían oposición, procurando inútilmente contrarrestar la supremacía e influencia de la capital”.

Influenciaba a estos José Gervasio Artigas, quien “hacía una guerra a muerte al gobierno general que, si tenía vicios y defectos, representaba al menos los principios civilizadores, mientras que aquel se apoyaba en el vandalaje y la barbarie”. De todos modos, “no faltaban hombre de buena fe y hasta de mérito que lo apoyasen, porque lo creían un instrumento útil para las reformas que era necesarias”. Opina Paz que “sin duda se engañaban, como después lo han conocido y lo han confesado”.

El memorialista reconoce que era difícil acordar justicia a exclusivamente uno de los partidos. Se limita a decir que “los diputados de Córdoba fueron completamente vencidos y, cuando el Congreso, a fines del mismo año, resolvió trasladarse a Buenos Aires, ellos quedaron en su provincia, separándose de sus destinos, excepto el doctor Salguero”. Considera Paz que injustamente se pensaba que la provincia de Córdoba era opuesta a la revolución. Fue una reprobación que “se aumentó con su inútil posición en el Congreso y la derrota de sus diputados”.