Un gesto adusto. Una mirada que denotaba nerviosismo, como cuando un jugador de fútbol sale a disputar un partido importante en su carrera. Así estaba ayer Mauricio Macri cuando, 10 minutos después de las 10 bajaba por la puerta principal de la Casa de Gobierno hacia la Catedral para participar del solemne Tedeum. Macri se aferró con fuerza a sus atributos. Lució la banda presidencial y empuñó el bastón de mando. A su lado, el gobernador Juan Manzur le contaba que a la medianoche del 9 de julio de 2016 los tucumanos y cientos de turistas gritaron “Viva la Patria” y degustaron las tortas alusivas a los 200 años de la Declaración de la Independencia. “Vamos”, arengó Macri.

Su escala en la Casa de Gobierno fue para realizar los saludos protocolares a las delegaciones visitantes. Así, estrechó la mano de cada uno de los gobernadores y de los cancilleres. El jefe de Estado ingresó a las 9,45 a la sede del Poder Ejecutivo. “Buen día; buen día”, saludó a los colaboradores de los gobernadores presentes que esperaban fuera del Salón Blanco, en el primer piso del Palacio de Gobierno.

El nerviosismo presidencial fue evidente en los días previos a los festejos patrios. Los celulares de los ministros que se anticiparon al arribo de Macri estaban al rojo vivo. “Está todo tranquilo. (El gobernador Juan) Manzur nos aseguró que habrá buen clima”, contestó a otro colaborador del jefe de Estado que, en ese momento, se encontraba en Humahuaca (Jujuy). Allí fue que se decidió el arribo en la madrugada del mandatario nacional. Fue a las 2.48.

Tras el izamiento, en la Casa de Gobierno, la custodia presidencial allanó el terreno para que no hubiera contratiempos. Indescifrables códigos, frases corta y, entre ellas, “terreno amigable” se escuchaban a través de los handys de los efectivos de seguridad. Cuatro de los 60 granaderos que acompañaron el paso presidencial saludaron el paso de Macri hacia el despacho del gobernador

Los handy estaban a full. La seguridad presidencial allanó el terreno para la visita presidencial. Indescifrables códigos, frases cortas y “terreno amigable” salieron desde esos aparatos que rompieron la calma de una Casa de Gobierno vacía. “¡Buen día; buen día!” volvió a lanzar el Presidente al subir por las escalinatas del Palacio hacia el Salón Blanco, en el primer piso del edificio, y dirigirse hacia el despacho del gobernador tucumano. Allí fue el saludo que descontracturó el clima interno del Palacio. Dos efectivos del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) realizaban un rastrillaje periférico, con miras telescópicas y con binoculares, desde el balcón del Salón Blanco. Eran francotiradores que usualmente participan de actividades populares a las que asiste el Presidente de la Nación.

Agasajo

Luego de los saludos, los invitados fueron agasajados con un refrigerio. Ni Macri ni el rey emérito de España, Juan Carlos, degustaron sándwiches ni masas; tampoco tomaron café. Entre los gobernadores, el correntino Ricardo Colombi tampoco hizo degustaciones. Los mozos sirvieron nueve cafés, cuatro cortados y tres “lágrimas”. Manzur tomó un café chico. Y no paró de hablar, dijo uno de sus pares.

El salteño Juan Manuel Urtubey acompañó el desayuno con una media luna y fue el que más chanzas hizo cuando se formó la fila india para bajar hacia la explanada de la Casa de Gobierno. “Los últimos serán los primeros”, lanzó hacia sus pares al salir del Salón Blanco, tras los saludos protocolares por orden alfabético de las provincias.

La bonaerense María Eugenia Vidal sólo suspendió llamadas recibidas en su celular (por cuestiones de Estado y también familiares) para sacarse fotos con algunos empleados afectados al servicio del Palacio de Gobierno.

El director del Plan Belgrano, José Cano, fue el único miembro del minigabinete de Macri que subió hasta el primer piso del edificio de 25 de Mayo y San Martín, pero se fue antes de que llegara el Presidente. Algunos cancilleres de otros países tomaron té hindú. El rey Juan Carlos llegó por el ascensor y se retiró agradeciendo las atenciones. “Fue un honor asistir a estos actos”, alcanzó a decir a algunos funcionarios que lo saludaron.

Macri se sintió ayer en “terreno amigable”. Su paso por Tucumán fue como se lo había prometido Manzur en las semanas previas: tranquilo, histórico, protocolar y cálido para un jefe de Estado que lleva siete meses de gestión; y que, a partir de ahora, será recordado como el presidente del Bicentenario, por las coincidencias de las celebraciones de la fecha patria.