Considerada una promesa de los historiadores contemporáneos, Marcela Ternavasio, catedrática de la Universidad Nacional de Rosario (UCR), miembro del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” y autora, entre otros, del libro 'Gobernar la revolución, 1810-1816', fue entrevistada por la periodista Irene Benito durante el Congreso del Bicentenario en Tucumán, llevado a cabo en el anfiteatro del Hotel Hilton.
Allí, Ternavasio contó, por ejemplo, qué significado tiene para ella el 9 de Julio de 1816. "Lo dividiría en dos: el primero es el recuerdo; la memoria de una celebración infantil, escolar, que nos deja a todos una impronta en torno a la pregunta de qué significaba esa fecha al ser festejado y celebrado. Y hoy, aquella memoria de la celebración, se cruza con el desafío intelectual, que para un historiador dedicado al período revolucionario independiente, representa preguntarse qué fue el 9 de Julio. Y este desafío intelectual, reconozoco, tiene siempre una parte de una memoria colectiva, porque es interrogarse sobre una fecha icónica y que mucha veces está cristalizada con determinado sentido y lo que los historiadores en general venimos a hacer es a incomodar ese sentido común. Es eso: un gran desafío intelectual", aclara. 
"El historiadaor es como un pequeño detective que va tratando de reconstruir, sobre todo en procesos revolucionarios, el día a día; cómo circula una noticia; cómo la llegada de una noticia puede disparar un curso de acción y no otro; estar atentos a esa reconstrucción. Hay que tener paciencia", dice Ternavasio sobre lo que significa ser historiadora. 
Sobre el Bicentenario, opina: "se abre un momento de gran incertidumbre, y puede ser muy productivo. Porque obliga  necesariamente en regresar a hacer nuevas preguntas, Y creo que en ese punto, hay un desafío como sociedad y como historiadores, a no quedar anclados a viejas preguntas; a preguntas que tienen respuestas de antemanos y  a poder hacernos nuevas preguntas para tratar de ver cómo pacificamos los conflictos y cómo mientras pacificamos los conflictos somos capaces de pensar en un colectivo que no intenta anular la incertidumbre pero que si puede hacerla productiva; creo que eso es un gran desafío. 

Considerada una promesa de los historiadores contemporáneos, Marcela Ternavasio, catedrática de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), miembro del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” y autora, entre otros, del libro 'Gobernar la revolución, 1810-1816', fue entrevistada por la periodista Irene Benito durante el Congreso del Bicentenario en Tucumán, llevado a cabo en el anfiteatro del Hotel Hilton.

Durante la charla, Ternavasio contó, por ejemplo, qué significado tiene para ella el 9 de Julio de 1816. "Lo dividiría en dos: el primero es el recuerdo; la memoria de una celebración infantil, escolar, que nos deja a todos una impronta en torno a la pregunta de qué significaba esa fecha al ser festejada y celebrada. Y hoy, aquella memoria de la celebración, se cruza con el desafío intelectual, que para un historiador dedicado al período revolucionario independiente representa preguntarse qué fue el 9 de Julio. Y este desafío intelectual, reconozco, tiene siempre una parte de una memoria colectiva, porque es interrogarse sobre una fecha icónica y que mucha veces está cristalizada con determinado sentido y lo que los historiadores en general venimos a hacer es a incomodar ese sentido común. Es eso: un gran desafío intelectual", aclara. 

"El historiador es como un pequeño detective que va tratando de reconstruir, sobre todo en procesos revolucionarios, el día a día; cómo circula una noticia; cómo la llegada de una noticia puede disparar un curso de acción y no otro; estar atentos a esa reconstrucción. Hay que tener paciencia", dice Ternavasio sobre su carrera.

Sobre el Bicentenario, opina: "se abre un momento de gran incertidumbre, y puede ser muy productivo. Porque obliga  necesariamente en regresar a hacer nuevas preguntas, Y creo que en ese punto, hay un desafío como sociedad y como historiadores a no quedar anclados a viejas preguntas; a preguntas que tienen respuestas de antemano y  a poder hacernos nuevas preguntas para tratar de ver cómo pacificamos los conflictos y cómo mientras pacificamos los conflictos somos capaces de pensar en un colectivo que no intenta anular la incertidumbre pero que si puede hacerla productiva; creo que eso es un gran desafío.