El longboard, cuya traducción sería "tabla larga", es el "hermano" menos conocido del skate, actividad que se ve principalmente en las plazas tucumanas. Ambas actividades nacieron en los años 50, en California (Estados Unidos), de la mano de los surfistas, quienes necesitaban sentir adrenalina cuando no soplaba el viento y no había olas.

El skate se popularizó masivamente, mientras que el longboard mantuvo un perfil mucho más bajo hasta hace algunos años, cuando comenzó a tomar un notable protagonismo. Hoy, cientos de jóvenes tucumanos se suben a las "tablas largas" para realizar descensos (modalidad conocida como downhill en el ambiente) aprovechando las inclinaciones que ofrecen los cerros.

Los longboardistas tucumanos suelen reunirse en las zonas de Horco Molle, Tafí del Valle, El Infiernillo, El Indio, entre otros.

Parecidos pero diferentes

La principal diferencia entre el skate y el longboard es la longitud de la tabla. En general, una tabla de skate mide entre 80 y 90 centímetros de largo y de 19 a 21 de ancho, mientras que los longboards miden entre 100 y 150 centímetros de largo y de 22 a 25 de ancho. En ambos casos las dimensiones dependen de la modalidad que se le dé a la tablar.

Otra diferencia es la forma. Una tabla de skate es cóncava y tiene la nariz y la cola levantadas (en las patinetas sólo la cola está elevada), mientras que en los longboard las formas pueden ser muy variadas según cuál sea su finalidad. La cola pico, por ejemplo, permite utilizar ruedas más grandes y ejes más anchos.

Utilizar el skate requiere de muchas más técnica, mientras que el longboard, como posee una tabla más ancha y larga, es más manibrable y cuesta menos aprender a andar.

El equipamiento indicado para un descenso seguro en longboard consta de: un casco (especial, no de esos baratos), rodilleras, coderas y traje de cuero (en el caso del downhill).