Harpagón no posee las riquezas; las riquezas lo poseen a él. Tal es una de las conclusiones más importantes de “El avaro”, de Moliére, una de las grandes obras del teatro francés que marcó una etapa dentro del género barroco en el siglo XVII. Es la historia de un personaje que muestra el lado más mezquino y egoísta de las personas, donde lo material supera ampliamente a todo el resto de sus sentimientos.

Una versión del clásico estrenará esta noche la Fundación Teatro Universitario, con el diseño integral y la dirección general de Ricardo Salim, quien además, retornará al escenario. El elenco está encabezado por el mismo Salim en el papel de Harpagón, acompañado por Javier Maidana, Josefina Legorburu, Fernando Ríos, Laura Hernández, Joel Alonso, Sergio De Filippo, Tina Herrera, Ricardo Acosta, Nelson Alfonso, Gustavo Fagioli, Daniel Contar, Patricia Cudugnello, Claudia Fermoselle, Inés Barilari, y Mabel Mentz. La asistencia de dirección recayó en María Giardelli.

“El elenco de esta nueva puesta se renovó en un 50 % con respecto a la anterior (de 2003). El espacio escénico, de ser un planteo minimalista monocromo, se convirtió en un ámbito cerrado en decadencia. El vestuario modificó sus tonalidades, así como la iluminación”, adelantó el director durante una entrevista que le realizó LA GACETA.

- De dirigir un drama de Bertolt Brecht (“Madre coraje”), pasás a una comedia de Moliére. ¿Cómo vivís ese contraste?

- Me resulta muy estimulante desde lo creativo tratar de buscar contrastes entre un trabajo teatral y otro. El cambio de género trae mucha frescura y resulta muy placentero poder trabajar textos diferentes. Lo importante es tratar de mantener el nivel de calidad de los textos elegidos. En el drama épico, “Madre coraje”, nos encontramos con una mujer obsesionada por sobrevivir en tiempos de guerra, que descuida y pierde su familia por su interés por el dinero. En la tragicomedia “El avaro”, se parodia a un personaje completamente obsesionado con su dinero y con el miedo a perderlo. Tiraniza a sus hijos e intenta utilizarlos para acrecentar sus beneficios por medio de casamientos ventajosos. El avaro dice: “si tuviera dinero, no me quejaría de estos malísimos tiempos que nos toca vivir…” Moliere define a su tiempo como un “mundo avaro de posibilidades de trabajo, de solidaridad y de amor”. Ambas obras, a pesar de haber sido escritas en otros tiempos, resultan vigentes hoy. Una con el drama y la otra con la risa, cautivan a los espectadores de igual manera.

- “El avaro” es una pieza segura, que se representó varias veces. ¿Planteas en tu versión alguna vuelta de tuerca?

- Con el elenco de la Fundación Teatro Universitario la hicimos en 2003, con mucho éxito de público. Pasados 10 años, se nos ocurrió revisar la adaptación que hicimos, y decidimos actualizarla para ponerla en escena nuevamente. Nunca hemos vuelto a textos del pasado, es la primera vez que lo hacemos, y esto se debe a que creemos que es importante en estos tiempos de angustias económicas poner en escena este texto maravilloso. Nuestro planteo escénico es diferente al de entonces. El espacio escénico ha cambiado, y el texto, recorrido por segunda vez, abrió ahora nuevas posibilidades interpretativas, que es lo que abordamos en esta oportunidad.

- Volvés al escenario. ¿Por qué decidiste ahora hacerlo?

- En los últimos 10 años actué en diferentes obras, pero dejando espacios de tiempo entre cada una debido a compromisos laborales. En 2003, hice “El avaro”; en 2006, “Rojos, Globos, Rojos”, de Eduardo Pavlovsky; en 2007, “El enfermo imaginario”, también de Moliére; en 2009 “Después de la lluvia”, de Sergi Belbel, y ahora, nuevamente “El avaro”. Ensayar una obra nos lleva dos o tres meses. Luego vienen las funciones todos los fines de semana. Esto a veces, me resulta imposible realizar.

DEBUTA HOY

• A las 22, en la sala Orestes Caviglia, en San Martín 251.