Al este de Bolivia, en el límite con Brasil, en El Pantanal, desembocan varios ríos que forman el Iguazú. Precipitaciones inusuales desbordaron el enorme pantano y los ríos crecieron a niveles nunca registrados. Es un fenómeno natural que va asociado a las crecidas naturales de los ríos. El problema es que el hombre interviene las márgenes con asentamientos, campos de cultivo y desmontes. Parece que estas fueran tragedias naturales, pero son producto del mal manejo de la cuenca y del constante avance sobre los sistemas naturales. La geografía de Cataratas contiene al Iguazú del desborde; el problema es río abajo, cuando alimenta al Paraná y pasa por Itaipú. Se ven obligados a abrir las compuertas cuando la excusa original de las represas era controlar las crecidas. Ahora hay que lamentar no solo el no ingreso de turistas a Cataratas sino el riesgo de pérdidas de vidas humanas, de cultivos y de animales. Es hora de decidir hasta dónde avanzamos, sobre todo los organismos que autorizan las acciones. Otro tema es el color rojizo del agua, que refleja indirectamente todos los desmontes asociados a la cuenca. En Google Maps se puede ver que en el Parque Nacional Iguazú, del lado de Brasil y de Paraguay, no se ve masa forestal. Si no se hubiera desmontado tanto el agua no tendría ese color de suelo lavado. Es momento ideal para replantear cuáles son los límites del hombre, y ver hasta dónde podemos llegar. Casualmente, en Misiones hoy se conmemora el Día de las Áreas Protegidas, y el Parque Nacional Iguazú fue la primera área protegida en Argentina.