Ni el tropezón de Jennifer, ni la imposibilidad de subir las escaleras de Kelly nos sorprendieron tanto como la ausencia de los exuberantes escotes a los que estamos acostumbrados. Vestidos ultraadherentes y maxiescotes se ausentaron, con promesa de vuelta. Se trata de un nuevo giro, una vuelta en U de un síntoma inherente a la moda: el eterno retorno hacia algo que ya vimos, pero distinto. Anoche, el denominador común fue la sobriedad y la sencillez de los diseños que vistieron la mayoría de quienes desfilaron por la alfombra roja, demostrando que la opulencia se tomó unas merecidas vacaciones. Strapless rectos y medidos escotes en “V; mujeres que, salvo excepciones, han coincidido en que sólo querían mostrar el cuello y los brazos, ni las transparencias ni el rojo -tan sólo el de la alfombra y el accidentado Dior de Lawrence- se salvaron de esta vuelta al clásico. A quitar el polvo se ha dicho que la simpleza es la nueva ostentación.