"¿Dónde están los cuadernos de caligrafía?" "En ningún lado, hace años que dejaron de venderse", contesta, lacónico, el comerciante. ¿Es que a nadie le importa la letra? ¿Ya nadie escribe a mano? Estas preguntas se hacen algunos maestros que ven empeorar la letra de sus alumnos con el paso de cada generación. En cambio, a otros poco les importa si la letra es grande y redonda o pequeña y angulosa. Ven la caligrafía como una asignatura del pasado, y concentran todo su empeño en la comprensión lectora y en el trabajo con cada texto ¿Será consecuencia de la era de la computadora?

"El hecho de que la letra sea linda no garantiza el aprendizaje de los chicos. Se puede tener una pésima caligrafía y al mismo tiempo ser un gran lector. Y por otro lado hay gente que escribe con una letra muy prolija, pero tiene serios problemas de comprensión textual", objeta el profesor de Letras Franco Grignola. "El foco hoy está puesto en formar chicos lectores y escritores competentes, críticos, capaces de escribir un texto argumentativo. No me interesa tanto que un chico copie del pizarrón con linda letra, como que pueda escribir un texto coherente", opina el capacitador del nivel primario.

Pero no todos los maestros piensan igual ni se dan por vencidos cuando no encuentran un libro que ayude a los chicos a ejercitar la letra. En el colegio Santa María, las docentes inventaron su propio libro de caligrafía y lo distribuyeron no sólo entre los alumnos de 1° grado sino a toda la primaria, hasta 6° grado, porque aún los más grandes necesitan ejercitarse, dicen. "El libro con el que nosotros nos ejercitábamos ya no se vende, pero sigue siendo necesario para mejorar la motricidad fina de los chicos. Las docentes nos ingeniamos para bajar de internet las letras y confeccionamos nuestro propio cuaderno", cuenta la directora de inicial y primaria Viviana Elizabeth Sanna de Martínez. Cande tiene nueve años y va al 3° grado Azul, desde este año escribe con lapicera, pero igual practica en su cuaderno todos los días. "Yo no tengo facebook porque mi mamá dice que soy chica para eso, pero sí tengo celular y mando mensajitos", dice risueña.

"Los chicos no sólo tienen mala letra sino que a veces escriben mal, trasladan las formas que utilizan en los mensajes de textos al cuaderno: así vemos muchas abreviaturas incorrectas, por ejemplo 'para' lo traducen por 'xa', 'porque' en 'xq, y 'casa' en 'ksa'. Cuesta corregirlo porque ya se les hizo costumbre a raíz del uso de los celulares", afirma Roxana Ortiz, maestra de 4° grado de Lengua.

Bien lo saben los grafólogos: la letra delata más de lo que uno cree; los estados de ánimo, como las depresiones y angustias, y la personalidad. Pero los chicos son transparentes. Las maestras no necesitan ver la letra para saber si su alumno necesita más atención. "La conducta lo dice todo", resume otra de las maestras, Carolina Fiori.

Pero Roxana Jalaf, docente de 3° grado y maestra de Lengua, advierte que cada chico tiene su personalidad y que hay que respetar la forma de escribir de cada uno. "Muchas veces se hereda la forma de escribir de los padres", agrega.

Más estrategias
Si bien ya no vienen los cuadernos de caligrafía, se pueden encontrar otras estrategias. Por ejemplo, están las lapiceras "tipo fuente", con pluma, que marca sobremanera el trazo para que los chicos tengan en cuenta el error y escriban en forma lenta y cuidadosa. También vienen lapiceras cuya tinta se borra como si fuera lápiz. "Empezamos usándolas pero advertimos que con el tiempo se borran, así que las dejamos de lado", dice la directora.

Todo el proceso comienza en el jardín de infantes. Se utilizan distintos materiales como plastilina y pinturas. Algunos docentes recomiendan comprar los libros de la colección "Letramanía" para practicar en la casa.

La misma palabra caligrafía en griego significa el arte de escribir con letra artística y correctamente formada. Hay varios estilos, en algunos casos llegaron a ser obras de arte como las letras chinas antiguas. Hoy, en cambio, el esmero en la caligrafía es, a lo sumo, un intento cada vez más débil de comunicarse sin la intervención de la tecnología.