Las mismas excusas en diferentes épocas
"Cuando no queríamos que entre alguien se le decía que era una fiesta privada" (Nicolás Maisano)
En los 70, Tiffany's era uno de los boliches más importantes y concurridos de Tucumán. No se cobraba entrada, las puertas estaban abiertas de lunes a lunes desde las 21 y se cerraban cuando se iba el último cliente. Uno de sus dueños -tuvo diferentes propietarios durante un par de décadas-, Nicolás Maisano, recordó que no contaban con guardias de seguridad o patovicas en las entradas. "Contratábamos porteros: eran personas de buena presencia -se vestían con smoking- y buen trato, altos y que imponían respeto. Los clientes entraban con traje, y se daban cuenta solos de que no iban a entrar mal vestidos donde hasta el portero tenía buen aspecto", agregó.
También resaltó que la admisión siempre pasó por un mismo tamiz: "no era una cuestión de poder adquisitivo; era una cuestión de apariencia. También estaban excluidos los que provocaban problemas. Cuando no queríamos que entre alguien se le decía que era una fiesta privada, que había un desfile de modelos o se le preguntaba si tenía reserva. Lo mismo que ahora. La discriminación siempre existió. Aunque nunca se llegó a extremos".
Según este ex DJ, a los clientes les gusta ser admitidos dentro de un boliche para pertenecer a un grupo determinado. "Eso pasó siempre. Los posiciona en la sociedad desde el momento en que son aceptados en un boliche. Es un espaldarazo a nivel social", opinó Maisano.