Antes de emprender el camino sabían que iba a ser duro. Definir la palabra desafío con la propuesta era perfecto: llevar una imagen de la Virgen de La Merced de unos 25 kilos hasta más de 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar a lomo de caballo. Con ese objetivo partió Héctor Rolando Manca desde Tafí Viejo. Estrenando los 50 años -sus primeros remarcó- el taficeño sigue dedicado a difundir su mensaje sobre la donación de órganos. Por eso trepa montañas, a veces con amigos y otras con desconocidos.

En esta ocasión, de las 10 personas que lo acompañaron, la mayoría ya sabía a lo que se enfrentaba; son quienes disfrutan la naturaleza en su estado más puro y enfrentan cualquier desafío. Durante esas seis horas cabalgando, cruzando un río, esquivando piedras enormes, rozando las paredes de rocas filosas que los rodeaban, los aventureros se "adueñaron" en parte del mensaje a favor de la vida de Manca.

Él había comprado con su dinero la imagen de la Virgen y la llevó hasta Anca Juli. Allí la generala del Ejército Argentino y protectora de Tucumán velará por los 18.000 trasplantados y les brindará fe y esperanza a 7.100 pacientes que esperan un órgano.

Agradecido

"Etín", como es conocido Manca, pasó por esos dos estados. Hace nueve años le diagnosticaron la enfermedad de Wilson. Como consecuencia, su hígado se deterioró progresivamente hasta que no dio más y solo el trasplante podía salvarlo. Y lo consiguió. Desde entonces su agradecimiento no cesa, y encuentra aventuradas maneras para llamar la atención sobre la importancia de donar órganos.

En ese contexto, Manca emprendió el camino hacia Anca Juli, para dejar la Virgen en la casa de Valeria y Pedro. La travesía fue rápida porque las responsabilidades laborales obligaban a ir y volver en menos de 48 horas. Lo mismo, todo se pudo cumplir: trasladar la imagen y hacerla peregrinar por Anca Juli hasta la Escuela N° 219.

Durante la semana previa, la imagen había sido bendecida en la basílica de Nuestra Señora de La Merced y había pasado por varios hogares de Tafí Viejo.

El día del ascenso por la montaña visitó la escuela media N° 45 de Tapia, en Vipos de abajo; la N° 128 Brígida Usandivaras y se despidió de la zona urbana en la escuela José Ignacio Thames. Luego empezó una trepada de fe que finalizó en Anca Juli, que en lengua aborigen significa "lugar donde nacen las águilas".

Héctor rolando manca: lo hizo posible

Él unió la Casa Histórica con el Cabildo de Buenos Aires en bicicleta. Cuando escuchó la idea de llevar una Virgen hasta la alta montaña no le sonó difícil. Organizó la expedición junto a amigos que conocen la zona, encargó la construcción de la imagen de La Merced y puso la fecha. La travesía se suspendió una vez por la lluvia, pero una semana después el sol y el buen clima acompañó al grupo. "La idea es que allí se erija una capilla y que la Virgen sea designada protectora de los trasplantados", dijo "Etín". La tarea no será fácil, Si bien en Anca Juli hay materiales que posibilitan la construcción, se necesitarán otros elementos.

Mirta Valdez: la autora intelectual

"Siempre pensé que sería hermoso que la Virgen llegara a un lugar tan solitario", le comentó la devota de la Virgen a una amiga. Su hermano Juan Carlos escuchó y le gustó la idea. Mirta, acostumbrada a organizar la peregrinación de La Merced en Vipos, no sabía que llegar hasta Anca Juli era tan difícil por lo que dejó la logística a cargo del militar retirado que no tuvo inconvenientes de encontrar artífices para hacer realidad el anhelo de su hermana. "Somos instrumentos de la Virgen. Ahora tenemos una responsabilidad: por lo menos una vez al año hay que ir", vaticinó Mirta, que ya tiene todo listo para la procesión del 24 a la que esperan más de 100 personas.

Juan Carlos Valdez: la logística fue suya

"'¡No tenés idea dónde queda', le dije a mi hermana cuando me comentó. Charlando con 'Etín', me dijo que él quería llevarla. Hace un año atrás lo empezamos a planificar", recordó el ex soldado de 62 años. Lo que le pareció más descabellado a Valdez es que su hermana quería subir hasta Anca Juli en una tarde con la Virgen, algo imposible. Como militar retirado sabía que con un poco de organización la meta se podía cumplir aunque la exigencia geográfica del camino es alta para personas como su hermana, motivo por el cual ella no pudo sumarse. Sin embargo, Valdez piensa que algún día, y con tiempo disponible, su hermana podrá llegar.

Andrés Leonardo Ortiz pudo agradecer

El comerciante de Tafí Viejo no fue con las manos vacías a la montaña. Él llevó la imagen encuadrada de Jesús de la Divina Misericordia. Amigo de Juan Carlos, Ortiz, encontró la mejor manera de agradecer. "Mi hijo tiene una discapacidad que se llama trastorno afásico. Cuando fui a Buenos Aires a hacerle un estudio, un tío me llevó a la Iglesia de Jesús de la Divina Misericordia y me dijo que le pida que guíe a mi hijo de la mano. Muchas cosas que nos habían dicho que no iban a ser inmediatas se fueron dando en menos tiempo del que creíamos", contó con la voz entrecortada en alusión a la evolución de su hijo Valentín que tiene siete años.

Agustín Lauro Valdez: alimentó su espíritu

Es hermano de Juan Carlos y Mirta. Agustín quedó a cargo de la casa familiar que es el punto donde se dejan los vehículos en Vipos y comienza el ascenso a caballo o mula. Es militar retirado y no quería perderse la travesía. "Me sirve para ver cómo la gente se acerca a personas de sectores diferentes, que pueden tener pensamientos distintos, pero comparten un mismo objetivo: acompañar a la virgen", reflexionó. "Gestos como el de Manca son los que necesitamos, y hay que acompañarlo. Tiene que haber más personas como él que se ocupen de los demás. Uno pasa malos momentos, no por falta de dinero, sino por la falta de espiritualidad", añadió.

Guillermo Rueda: donde se mantiene la pureza

"Cuando la travesía se aplazó por una semana sabía que era porque Dios no quería que me la perdiera", afirmó con fe Rueda, que nació en Vipos. La vida lo llevó a la ciudad, pero siempre vuelve al lugar donde pasó su infancia. "En el campo, la pureza de la gente se mantiene. Eso se nota porque no tiene maldad y va a dejar de lado cualquier cosa por hacerte una atención", dijo. Luego de vivir seis horas de cabalgata junto a "Etín", Rueda captó la esencia de su objetivo. "Escuché tanta profundidad en sus palabras, vi que le corrían lágrimas... es un ejemplo. A veces nos olvidamos de tener fe como él la tuvo cuando estuvo al borde de la muerte", se emocionó Rueda.