Siempre hay un problema que nos cambia el humor antes, durante o cuando salimos de la oficina. Y, de no tratarse, es posible que esa situación se acumule y el trabajador termine con un estrés agobiante. Un mal día puede tenerlo cualquiera. La clave está en gestionar lo que nos pasa, afirma a LA GACETA José Blunda, especialista en Gestión de Personas.

Y, para evitar caer en un lunes tormentoso, por ejemplo, no hay mejor antídoto que desenchufarse el fin de semana del trabajo. "A veces la insatisfacción laboral tiene que ver con una mala organización personal", advierte Blunda.