Los tucumanos siguen fieles a los sabores que deleitaban a las familias de 1810. El locro, las empanadas, la mazamorra, los gaznates, los turrones de miel de caña y tantos otros manjares que vuelven agua la boca de los argentinos, también fueron debilidades de  hombres y mujeres que vieron nacer a la Patria. Son sabores auténticamente bicentenarios, porque prácticamente no han variado, aseguran la investigadora y escritora Alba Omil y el chef Maximiliano Cáceres Cano.
La comida criolla se mantuvo inalterable. Lo que cambió fue la cantidad y la calidad del menú diario. Mientras hace 200 años eran infaltables la sopa, el puchero, la mazamorra y un plato con carne, platos con muchas más calorías que la dieta habitual de hoy. Pero hace 200 años no había autos y hoy la vida está llena de comodidades, horas frente a las pantallas y sedentarismo.