La cruz estaba iluminada por seis antorchas. El levantó los ojos, se puso serio y dijo: "estoy dispuesto a dar la vida hasta por un desconocido; toda persona merece vivir, sea buena o mala, y toda vida humana tiene valor, más valor que la mía". Jorge Miguel Mamaní tiene 14 años, pero sus palabras suenan como las de un adulto y ve en Jesús el ejemplo que quiere seguir. El adolescente fue uno de los miles de jóvenes que participaron anoche del Via Crucis de la Juventud.
La marcha comenzó a las 19.40 en avenida Sarmiento y Rivadavia, frente al colegio Santa Catalina. La columna, presidida por el arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Villalba, recorrió la Sarmiento hasta 25 de Mayo, y por esta calle se dirigió a la Catedral, donde Villalba ofició la misa.
"Te invito, amigo, a comenzar estos caminos con coraje para afrontar lo que nos pesa. Acá se entrelazan dolor y alegría, sonrisas y lágrimas, coraje y temor. Te invito, amigo, a que no tengas miedo a vivir, porque Jesús es la luz". Con estas palabras, el sacerdote Martín Aversano marcó el inicio del Via Crucis. Sus dichos fueron una introducción al significado de la marcha: revivir el camino que hizo Jesús hacia el Calvario, antes de morir.
En el marco de una sociedad como la actual, donde el individualismo es una regla casi básica, varios de los jóvenes que participaron del Via Crucis definieron el sentido que tiene para ellos el sacrificio por el prójimo. "Hoy nadie se la juega por el otro, a no ser que sea un amigo o un familiar. Yo sólo daría la vida por el otro, como hizo Jesús, en un caso muy extremo", confesó a LA GACETA Brian Lazarte.
Caminaba sola. Natalia Farías tiene 23 años y es estudiante de Ciencias Económicas. Había dejado un rato a su hermana menor para participar del Via Crucis. La mamá de esta joven murió cuando ella tenía cuatro años y, desde entonces, cumple el rol de madre. "Al vivir en un mundo tan individualista y perfeccionista es difícil que alguien se sacrifique por los demás. Mi mamá murió cuando yo era chica, y ahora me hago cargo de la familia. Tengo una hermanita a la que tengo que cuidar y daría todo por ella, mi vida por amor", aseguró con vehemencia.
Difícil de encontrar
Su seriedad sorprendía. La voz era demasiado grave para sus 13 años. Y sus conceptos, demasiado profundos. Emanuel Chávez descree de la sociedad actual. "Sacrificarse por el otro es una decisión que no se toma a la ligera. Hoy es difícil encontrar a alguien que imite la hazaña y la grandeza de Jesús. Si hoy se ofrece la vida por el otro, se la ofrece sin dolor", sostuvo.
A lo largo de la marcha, las melodías de una guitarra y los aplausos de los jóvenes acompañaron las oraciones y las reflexiones. Los peatones y automovilistas no se mostraron indiferentes al paso del Via Crucis. Los motociclistas apagaban sus motos, y los peatones se detenían a esperar a que pasara la columna. "¿Qué es la Pascua? Es el paso a una vida nueva. Y lo hacemos con corazón, con alma y fomentando obras nuevas para el beneficio de la comunidad", remató Gustavo Robles, de 17 años.
La marcha comenzó a las 19.40 en avenida Sarmiento y Rivadavia, frente al colegio Santa Catalina. La columna, presidida por el arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Villalba, recorrió la Sarmiento hasta 25 de Mayo, y por esta calle se dirigió a la Catedral, donde Villalba ofició la misa.
"Te invito, amigo, a comenzar estos caminos con coraje para afrontar lo que nos pesa. Acá se entrelazan dolor y alegría, sonrisas y lágrimas, coraje y temor. Te invito, amigo, a que no tengas miedo a vivir, porque Jesús es la luz". Con estas palabras, el sacerdote Martín Aversano marcó el inicio del Via Crucis. Sus dichos fueron una introducción al significado de la marcha: revivir el camino que hizo Jesús hacia el Calvario, antes de morir.
En el marco de una sociedad como la actual, donde el individualismo es una regla casi básica, varios de los jóvenes que participaron del Via Crucis definieron el sentido que tiene para ellos el sacrificio por el prójimo. "Hoy nadie se la juega por el otro, a no ser que sea un amigo o un familiar. Yo sólo daría la vida por el otro, como hizo Jesús, en un caso muy extremo", confesó a LA GACETA Brian Lazarte.
Caminaba sola. Natalia Farías tiene 23 años y es estudiante de Ciencias Económicas. Había dejado un rato a su hermana menor para participar del Via Crucis. La mamá de esta joven murió cuando ella tenía cuatro años y, desde entonces, cumple el rol de madre. "Al vivir en un mundo tan individualista y perfeccionista es difícil que alguien se sacrifique por los demás. Mi mamá murió cuando yo era chica, y ahora me hago cargo de la familia. Tengo una hermanita a la que tengo que cuidar y daría todo por ella, mi vida por amor", aseguró con vehemencia.
Difícil de encontrar
Su seriedad sorprendía. La voz era demasiado grave para sus 13 años. Y sus conceptos, demasiado profundos. Emanuel Chávez descree de la sociedad actual. "Sacrificarse por el otro es una decisión que no se toma a la ligera. Hoy es difícil encontrar a alguien que imite la hazaña y la grandeza de Jesús. Si hoy se ofrece la vida por el otro, se la ofrece sin dolor", sostuvo.
A lo largo de la marcha, las melodías de una guitarra y los aplausos de los jóvenes acompañaron las oraciones y las reflexiones. Los peatones y automovilistas no se mostraron indiferentes al paso del Via Crucis. Los motociclistas apagaban sus motos, y los peatones se detenían a esperar a que pasara la columna. "¿Qué es la Pascua? Es el paso a una vida nueva. Y lo hacemos con corazón, con alma y fomentando obras nuevas para el beneficio de la comunidad", remató Gustavo Robles, de 17 años.