Bajo las imponentes bóvedas de la Basílica de San Pedro, y tras un paréntesis de más de tres décadas en que un Pontífice no encabezaba esta ceremonia, el papa León XIV celebró su primera misa de Navidad con un mensaje de fuerte carga humanitaria y política. El Papa centró su homilía en el dolor de las poblaciones civiles y lanzó una dura crítica a quienes fomentan los conflictos armados.

“Frágil es la carne de las poblaciones indefensas, probadas por tantas guerras en curso o terminadas que dejan escombros y heridas abiertas”, sentenció el Papa estadounidense ante una multitud silenciosa. 

En un pasaje de gran cercanía, Robert Prevost -nombre de pila del Pontífice- interpeló a los fieles sobre la crisis humanitaria en Medio Oriente. “¿Cómo no pensar en las tiendas de Gaza, expuestas desde hace semanas a las lluvias, al viento y al frío?”, se preguntó.

La miseria humana

León XIV resaltó que el sentido de la Navidad reside en la empatía. “Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás”, afirmó, al extender su mirada no solo a los refugiados de cada continente, sino también a los miles de personas sin hogar que pueblan las ciudades modernas.

El Pontífice también dedicó palabras a los jóvenes soldados: “Ellos advierten la insensatez de lo que se les pide y la mentira que impregna los rimbombantes discursos de quien los manda a morir”.

Hacia una nueva solidaridad

En su llamado a la paz, León XIV fue contundente al señalar que la concordia no nace de tratados, sino de la sensibilidad. “La paz de Dios nace de un sollozo acogido, de un llanto escuchado; nace entre ruinas que claman una nueva solidaridad”, agregó.

Al concluir, el Papa instó a la Iglesia a ser "misionera" y a alejarse de la "palabra prepotente" para convertirse en una presencia que suscita el bien.