Con el cierre de la temporada van apareciendo los últimos libros de 2025 y uno de ellos es “Latridos”, poemario del riojano Gustavo Luján que edita el sello independiente Falta Envido, en el marco de su colección Indeleble. Diciembre es un mes de mucho movimiento para Luján, ya que presentó el volumen en Tucumán y en Jujuy. También, con el libro ya liberado en la misión de conquistar lectores, es el momento justo para hablar en profundidad sobre este viaje que emprendió a bordo de la palabra.
- ¿Cómo fue el proceso creativo que derivó en estos poemas que conforman “Latridos”?
- Los poemas maduraron a fuerza de pruebas y experimentaciones, tanto en la forma como en la sonoridad. Es un libro que también tiene silencios, hay poemas que necesitaron detenerse y respirar, y esto quedó plasmado en las dos dimensiones del papel. Fue una escritura sin urgencias. Cada poemario nació a partir de la escritura de un poema inicial y fue creciendo con poemas que intentaron complementar o profundizar y contar más detalles, desplegar juegos de palabras o expandir sensaciones.
- ¿Cómo seguiste?
- Llegó el proceso de corrección. Tuve, entonces, el acompañamiento del escritor Patricio Foglia en el formato de clínica. El trabajo con él tenía algo de ceremonia, donde las palabras, con toda su plasticidad y peso, eran puestas a veces en el portaobjetos de un microscopio y, en otras, enfocadas como un objeto celeste en un telescopio. Este proceso en particular fue un periodo de aprendizajes, de renunciamientos y de aceptación de apuestas, siempre con la meta de que el texto sea el que ganara. El acompañamiento de Zaida Kassab y Daniel Ocaranza, durante el periodo de edición, cuando el libro comenzó a pensarse como un objeto, tuvo su proceso de conversaciones y decisiones orientadas siempre en poner en valor los textos desde lo espacial y material, en cuanto a diseño. La tapa es una obra digital de Zaida. El texto de contratapa fue escrito por Luciana Garcia Barraza, que además de leer, pudo pensar el mundo que habita este libro y compartirlo, logrando una voz con identidad propia.
- Pasó algo muy interesante en la presentación...
- Sí, el recorrido creativo no terminó ahí. La presentación realizada en el Centro Cultural Rougés, una acción performática del colectivo Pertectxs Desconocidxs, basada en “Latridos”, culminó con una composición minimalista del músico Diego Sosa. La pieza fue elaborada a partir de la grabación de los latidos de mi corazón, que sirvieron como la base rítmica de una obra para charango. Increíblemente, con ritmo de vidala chayera. No podría ser de otra manera.
- El libro está dividido en tres bloques. ¿Cuál es el hilo conductor en ese corpus poético?
- Cada parte del libro es un microcosmos donde convergen lo que parecerían temas concretos. El libro se construyó de forma intuitiva alrededor de temáticas, es verdad, pero con el trabajo posterior de los textos, los poemarios terminaron siendo recorridos orgánicos.
- ¿De dónde surgió esto?
- Esta idea del renunciamiento, con la corrección a la primera escritura, que uno ama irracionalmente, la entendí una tarde conversando, aquí en Tucumán, en un taller en el marco de un festival de literatura, con la poeta cordobesa Susana Cabuchi. Ella hizo referencia a Liliana Heker y una metáfora, que nunca olvidé, sobre el proceso de corrección de sacrificar los elementos innecesarios para que el texto fluya mejor y era la de “matar al loro”. Hay un hilo conductor que quedó expuesto una vez terminado el libro y es el arte generando arte y así sucesivamente, como un dominó donde una obra será el punto de partida de otra cuando el creador es atravesado sin posibilidad de negarse, entonces necesita construir un nuevo escalón que servirá para que otros puedan seguir creando en ese mar infinito que es la imaginación humana.
“Poesía abierta”: documental y homenaje- ¿Cómo es tu relación con el mar, tan evidente desde la tapa misma del libro (y siendo originario de una tierra tan “adentro” como La Rioja)?
- Soy un hombre de la montaña, nací en un valle a los pies del Famatina. Vi por primera vez el mar siendo adolescente. Pensaba que me iba a emocionar al conocerlo, pero fue una decepción en aquel momento. Como buen neurótico, el mar que amo no es el real sino el de la literatura, el cine, la plástica, el de las canciones de los puertos; un mar que existe en la imaginación y en la inteligencia humana. De hecho, el primer poemario del libro donde hace su aparición el mar no es más que el resultado de lo que los estudios literarios llaman transposición multimedial, una obra de una disciplina artística que se hace presente en otra disciplina para intentar traducir una sensación de un sentido a otro distinto.
- ¿Y entonces?
- El mar es el lenguaje con toda su capacidad expansiva para crear belleza, desagrado o espanto, es decir, literatura. Nos llega como las olas, a veces para impactarnos en el cuerpo como una caricia, otras, con toda su furia y nos golpea para dejarnos desconcertados, llenos de arena y algo tontos en el borde de la playa. Ya sea como caricia o como golpe, nunca nos deja indiferentes.
- ¿En qué momento de tu vida literaria aparece este volumen?
- Es un momento de aprendizajes, especialmente en relación con los procesos de publicación. Paralelamente a la construcción de estos poemarios fui escribiendo otros textos y participando de distintos proyectos vinculados al quehacer literario: lecturas, festivales, encuentros, etc. No sólo para conocer la producción de los contemporáneos, sino también de pensar el colectivo de quienes escribimos y las problemáticas que lo atraviesan, que van de planteos vinculados a la escritura, a la lectura, la publicación, la circulación de la obra; es decir, vinculados a las tensiones propias del campo literario, pero también pensar otros temas que afectan a los hacedores de ese campo.
Poesía para volver a ser niños: cinco poemas que celebran la infancia- ¿Qué estás sintiendo en relación con la poesía?
- La literatura, en particular la poesía, para que no quede simplemente reducida a una lectura informativa o una expresión catártica, debe ser abordada con elementos cercanos al ritual, porque la palabra expuesta en el texto tiene algo de mágico para tensar las fibras íntimas y producir un hecho estético que, en definitiva, es el acto de conmovernos. Los tiempos que nos tocan son complejos, acelerados, alienantes. La poesía, que no suele funcionar con la reglas del mercado, resiste y se cuela por las hendijas para humanizarnos en estos tiempos de la crueldad.
- ¿Cuál es tu mirada del quehacer poético de la región?
- Es muy activo, diverso y heterogéneo. Creería que la pandemia tuvo su incidencia, recuerdo que antes del 2020 había un número mayor de editoriales independientes, ciclos de lecturas con mayor periodicidad, etc. Luego sobrevivieron los proyectos mas sólidos, estos fueron afianzándose y obteniendo productos de mayor calidad desde lo editorial. Hablo de proyectos por fuera de lo institucional, que permiten apuestas de mayor desparpajo y, por ende, mayor libertad creativa. La semana pasada presenté “Latridos” en Jujuy, en el marco del festival FIDEO -que a partir de este año es itinerante-, y fue muy grato compartir esa instancia en un marco federal. Este tipo de encuentros es la prueba de que hay gente trabajando, apostando, celebrando y creando en un marco complejo de desfinanciamiento de la educación y la cultura.
- ¿A quiénes estás leyendo? ¿Hay algo que te sorprenda?
- En lo que respecta a ensayo, “El infinito en un junco”, de la española Irene Vallejo, me tiene cautivado. Trata sobre la historia de los libros en el mundo antiguo redactado de una forma poética pero desde la rigurosidad de la filología. En cuanto a poesía comencé la lectura de “Apolo Cupisnique”, libro del peruano Mario Montalbetti, con una poesía muy distinta a la que suele gustarme, es un intento exploratorio. En cuanto a las lecturas de los amigos estoy avanzando con “Como una virgen sin gloria”, de Virginia Weiss, en poesía; y en narrativa, específicamente cuentos, de Miguel Quinteros, “La casa de los espejos”, un libro presentado recientemente.