Uno (Netflix) ofrece 72.800 millones de dólares. El otro (Paramount) sube la apuesta hasta los 103.000 millones de dólares. Para marcar lo abrumador de las cifras vale un dato: el Gobierno argentino salió al mercado y festejó la colocación de un bono por 1.000 millones. Sí, parecen mundos distintos.

En el centro del tironeo está una de las joyas de la corona del entretenimiento global. Warner Bros. Discovery (WBD) es un gigante endeudado hasta la médula que tambalea y quedó a merced de la voracidad de Netflix -principal jugador del streaming- y de Paramount -apuntalado por la fortuna de la familia Ellison, la más rica del planeta-. El que gane la pulseada dibujará en los años venideros la forma en que se financia, produce y distribuye el negocio, una industria que implica mucho más que el rodaje de series y películas.

Hollywood, Silicon Valley y Wall Street siguen con atención esta batalla disparada tras la traumática unificación entre WarnerMedia y Discovery. La deuda del conglomerado WBD supera los 40.000 millones de dólares. ¿Qué motivó la debacle?

1) La caída de ingresos publicitarios, especialmente en la TV por cable (WBD posee, entre otros, CNN, TNT Sports, Cartoon Network, Cinemax, Space, I-Sat, Warner Channel, Food Network y todos los Discovery).

- El descenso de suscriptores en MAX, su plataforma de streaming, que no logró despegar al ritmo esperado.

- Tensiones internas y no resueltas entre las áreas heredadas de Warner y Discovery.

David Zaslav, CEO de la compañía, pasó de prometer “la plataforma más completa del mercado” a admitir en reuniones con inversores que “todas las alternativas están sobre la mesa”, incluida una venta total o parcial del conglomerado.

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Ahí aparecieron los jugadores en cuestión, aunque con un par de salvedades. La oferta de Netflix es sólo por los estudios de cine (de los que hasta aquí carece en California) y de la pata audiovisual. Los Ellison, en cambio, van por todo, incluido el negocio del cable. Y otra cuestión, para nada menor. Mientras Netflix negocia con Zaslav, Paramount presentó su oferta directamente a los accionistas.

Sobre la mesa

A pesar de que domina el streaming con más de 260 millones de suscriptores globales, a Netflix le duele no poseer franquicias imbatibles. Creció sobre propiedad intelectual propia (de “House of cards” y “Stranger things” a “Bridgerton”) y sobre estrategias algorítmicas de producción masiva. Pero no tiene una colección de personajes que generen merchandising, spin-offs, parques temáticos y un respaldo cultural de décadas.

HARRY POTTER X 2. Warner explota la franquicia con los películas ya clásicas (arriba) y con la serie que estrenará en 2027 (abajo).

Comprar WBD podría resolver ese problema, ya que pasaría a controlar DC Comics (Batman, Superman), Harry Potter, Looney Tunes, Game of Thrones, Matrix, Dune, Friends, The Big Bang Theory, Rick and Morty y mucho más. Es el cofre más potente de Hollywood junto con el de Disney. Paramount está más atras, exhibiendo en su vitrina Misión Imposible, Star Trek, Top Gun, Bob Esponja y South Park.

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En consecuencia, ¿cuál es el panorama que se abre?

A) Si gana Netflix:

- MAX probablemente desaparecería o sería integrada dentro de Netflix.

- Las franquicias de Warner serían explotadas con la maquinaria global de marketing que Netflix domina mejor que nadie.

- Netflix, que actualmente invierte entre 16.000 y 18.000 millones de dólares al año en contenido podría optimizar gastos utilizando marcas preexistentes en lugar de crear universos desde cero.

B) Si gana Paramount:

- Se unirían las dos bibliotecas clásicas más valiosas: Warner y Paramount.

- Paramount+ y MAX serían fusionadas en una única plataforma (nombre tentativo: “Paramount/Warner Global”).

- El nuevo estudio tendría suficiente contenido para competir con Disney en volumen y diversidad.

Efectos colaterales

Ted Sarandos, encargado de la estrategia de contenidos de Netflix, está convencido de que el consumo de entretenimiento es netamente hogareño. De allí que sus películas sólo mantengan una ventana de 15 días de exhibición en los cines antes de saltar a la plataforma. Sería un hachazo a la razón de ser de un estudio histórico como Warner. Los Ellison, en cambio, garantizan a los accionistas que los filmes no pasarán al streaming antes de los 30-40 días del estreno. Para las cadenas propietarias de los cines esto es crucial.

Por otro lado, ¿qué cambia para quien mira series y películas en su casa?

Si Netflix compra WBD su catálogo explotaría en volumen y calidad, por ejemplo sumando Harry Potter, Game of Thrones y 100 años de producción cinematográfica. Pero -esto es clave- el precio del abono no subiría en esa proporción, teniendo en cuenta que la compañía suele ser conservadora al respecto.

LA MAQUINARIA “GAME OF THRONES”. A la serie original, Warner le suma los spin-offs que están en plena marcha.

En el caso de que Paramount se fusione con Warner está claro que desaparecerían como marcas individuales y para el usuario habría una simplificación: menos plataformas que pagar, pero posiblemente con un abono más alto. Como quedó apuntado, sumar ambas bibliotecas bajo un solo paraguas sería un golpe histórico para la industria, muy superior al que se produjo cuando Disney absorbió Fox o cuando Amazon se quedó con MGM.

Lo que viene

Las próximas dos semanas serán cruciales. Según fuentes financieras citadas por The Hollywood Reporter, Zaslav espera una definición antes de fin de mes, por tres razones:

- La junta directiva de WBD está dividida entre vender todo, vender partes (como CNN o HBO) o resistir.

- Los acreedores presionan, ya que la deuda debe renegociarse antes del próximo trimestre.

- Estados Unidos endureció los controles antimonopolio, por lo que cualquier fusión necesitará meses de análisis. Pero aquí hay un dato en favor de Paramount y es la cercanía de los Ellison con Donald Trump.

La conclusión es que hoy Hollywood ya no tiene nada que ver con Hollywood. La pelea por Warner simboliza el fin de una etapa. El modelo donde cada estudio quería tener su plataforma propia colapsó. Los costos son enormes, los suscriptores no crecen al ritmo esperado y los inversores exigen rentabilidad. Sea cual sea el desenlace, una cosa es segura: el streaming que conocimos en los últimos años está a punto de desaparecer.